Andaluces levantaos, pero levantaos

Pisando área

Hablando de fútbol, o de cualquier otra cosa, esta tierra es muy de pasar de ver pajaritos a cuervos

01 de marzo 2021 - 18:50

Me viene de perillas, por concepto y por la fecha, el regate de Juan Carlos Aragón al himno de Andalucía. “Aunque diga Blas Infante, andaluces levantaos / perdón que no me levante / pero estoy mejor sentao / bueno me viá poner de pie / y me viá dejar de tonterías / venga, una, dos y tres / qué bonita Andalucía...”. Ni me considero juancarlista ni lo contrario carnavalescamente hablando. Mis arcanos en esas tablas dan para lo que dan, para un conocimiento superficial, para haber rallado unas pocas de cintas VHS y para alguna que otra fiebre juvenil, pero la reflexión de aquellos históricos Yesterdays me sirve para interpretar el estado que deja el paso del Barcelona por una plaza que está en el mismo sitio de siempre, junto a Eduardo Dato. Ni más allá, ni más acá.

Ese “no me voy a levantar” pero paso de un plumazo de volar entre dragones a criticarlo todo es muy de nuestra tierra. De ver pajaritos en el aire a cuervos hay un trecho que aquí se queda en una fina línea. De candidato a la Liga a comentarios que, en el más suave de los casos, rozan la falta de respeto a una profesión que, puestos a recitar a Infante, debería ser digna.

El Sevilla no va a ganar la Liga ni se va a quedar sin hacerlo por salir a atacar o a defender ante el Barcelona, sino porque el que la ganará triplicará, como poco, su presupuesto. Los argumentos papanatistas –según la Real Academia de la Lengua, dícese de los propios de los excesivamente simples, excesivamente crédulos o que se asombran por cualquier cosa– son los que los profesionales tratan de dejar en el suelo al lado de la puerta y en una bolsa de basura cuando entran en un vestuario.

Detrás de un partido de fútbol hay errores, hay aciertos, hay cagadas gordas y hay golpes de suerte que premian una buena decisión tomada desde el laboratorio o desde la simple ejecución de un futbolista, pero que nadie dude de que hay un trabajo extensísimo detrás como para simplificarlo todo con el envés o el revés de una bufanda.

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