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Análisis

francisco andrés gallardo

El del Bote

Rockefeller triunfó en Italia como un Pablo Iglesias pero España era más de Macario

Ya no podemos hablar de concursantes. Esa palabra queda difusa en la televisión cuando hay aspirantes a cocineros, supervivientes estrategas u opositores a millonarios. Cuando pensamos en Saber y ganar, por ejemplo, con la palabra concursante se nos viene a la mente funcionarios con barba y camiseta, de larga trayectoria en oposiciones y una mente mullida de datos. Profesoras observadoras, melómanos con tiempo libre. Son herederos de aquellos concursantes de otra época, con chaqueta gruesa y gafas cuadradas, que respondían siempre con palabras serias ya fuera para decir "Golfo de Botnia" como "mis aficiones son pintar y montar en bicicleta".

Hasta ahora los concursantes más destacados en los quiz, en los espacios de preguntas, eran espectadores con cultura general apretada, vástagos de las enciclopedias de papel y con datos amasados no tanto por la memorieta, sino por la curiosidad diaria, el cultivo con revistas mensuales y charlas con gafapastas. Esos concursantes estaban llamados a permanecer un puñado de tardes con Jordi Hurtado y a día de hoy pueden pelear por participar de largo en¡Boom! o en El cazador. Con cultura general y un poco de suerte todo podía ser posible.

Pero Pablo Díaz, y su trabajado bote de casi 2 millones de euros, ha confirmado otro tipo de concursante que ya se venía observando años atrás en Pasapalabra. El atleta de Google. El supercatedrático, nivel de cultura capitán general.

Completar un rosco actualmente en Pasapalabra, con el nivel que ha puesto Pablo (y que ya señalaron Fran González o David Leo), va más allá de la oposición a bote. Exige tener en el cerebro varios gigas de datos lirondos, convertirse en un portador ambulante de Big Data, un coco pen drive. Hasta ahora ir a un concurso de la tele era cuestión de aunar fortuna con eficacia en los pasatiempos. El listón para sobrevivir en Pasapalabra es de una coraza formativa sin fisuras. Sólo está al alcance de auténticos prodigios como Pablo Díaz. Un tipo asombroso en todos los aspectos.

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