DIRECTO Así han votado los sevillanos: resultado de la consulta sobre la Feria

DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

Análisis

ANTONIO MONTERO ALCAIDE

Bruja moderna y ahorradora

Me han dicho, bruja animadora de paseos turísticos por la Feria, que un guiri se ha quejado, al capitán de crucero que te camelaste, por los mejorables servicios que recibió en la visita al real confiada a tu iniciativa emprendedora.

-A ver si son tus fuentes tan fiables como las te pusieron asurado cuando te dejé compuesto y sin bruja, en una caseta para ti solo, remedada en la terraza del apartamento donde tuve que aplicarme para que te desenvolvieras como un hombre, digo brujo, hecho y derecho.

-Por qué será que no quiero provocarte pero no lo evito.

-Pues porque te gusta escuchar lo que no quieres que diga. Un juego de palabras, ¿verdad, escribiente?, ya que sí te complace que no me calle.

-Pero en la intimidad, bruja de mi perdición, sin dejarme en pública evidencia, que no tienes reparo alguno en airear lo que no es debido. Y digo yo que Satanás tampoco será un perverso Gran Hermano pendiente de las carnales distracciones de sus bujas.

-Eso son prejuicios y leyendas, plumilla desnortado, que el Diablo está mayor y le ha dado por hacer una reforma del infierno ordenando los espacios como en los círculos de Dante.

-No te escabullas, ¿te ha llamado al orden el capitán del crucero?

-Será por cruceros, si va a hacer falta engrasar el Puente de las Delicias con tanto subeybaja. Pero sí, me han puesto de patitas en la calle por la sencilla razón de que al guiri refunfuñón no le gustó el menú alternativo, a base de humus, embutido vegetal y falafel, con que reponer fuerzas en las vueltas turísticas por el real. Como si los platos de sabroso queso, las raciones de jamón ibérico, los bigotes de las gambas frescas o el oro líquido de la manzanilla fría fueran una composición artística para la sola contemplación de un espectáculo: el deleite de los nativos en la exposición itinerante, y efímera, de lo que denominan otra ronda.

-Y qué puñetas es el falafel, que para el humus y el embutido vegetal me da la imaginación y hasta el estómago.

-Pues toma nota, goloso, porque son croquetas de garbanzos o de habas, toda una delicia de la comida oriental y vegetariana. Y a ver por qué no también de la Feria.

-O sea, que te quisiste poder moderna pensando que los guiris no reclamarían exquisiteces ni distinguir sabrían una caña de lomo de una morcilla de verduras prensadas.

-Moderna y ahorradora, no me lo callo, porque el paquete turístico estaba bastante ajustado.

-Mira, bruja, lo tuyo es el tren, por más hartita que estés del infernal -¿te suena?- ajetreo de tan machaconas e incesantes vueltas. Ten en cuenta que es una atracción -no digamos ahora cacharrito- decana de la Feria, y sácale partido a los recuerdos con una remodelación vintage que invite a montarse. De modo que no aparezcas como bruja aspaventera, dando escobazos a troche y moche, sino como maga sabia, que saluda en el túnel del tiempo, esotérica, secreta, con misterios reservados solo para los que decidan iniciarse tras pasar por la taquilla.

-No me convences, pamplinoso, con tales disparates tuyos para cambiar de ese modo, casi doctrinal y sectario, la identidad de mi tren. Mejor me irá si vuelvo, dentro de nada, a los conjuros electorales y trastorno por encargo los sondeos de los directores de campaña.

-Pues venga, bruja demoscópica, hártate de falafel en la cocina electoral.

El tren de la bruja

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