El tren de la bruja

ESCRIBIENTE, dijiste que ibas a ponerme un piso, bueno, que ibas a buscármelo para que además me empadronara en Sevilla, y esperando estoy que te dejes caer. ¿Es que no te has quedado con ganas después del vuelo sideral de anoche? Mira la carita que tienes hoy, con los deliciosos estragos de la noche conmigo.

-Miedo me das al volante de la escoba, sorteando drones en el cielo de la Feria, averigua tú para qué pesquisas indagatorias sobre la malla de luces del alumbrao.

-¿Sólo de eso te acuerdas, juntaletras? No te pongas colorao.

-Me lo guardaba para no airearlo pero, si me preguntas, no te diré como tú ayer, al reprocharme por peguntar lo que no debía. Hechizaíto me tienes, atrapado por la mágica pasión de una bruja seductora.

-Ni tú eres Dominguín ni yo Ava Gardner, escribidor, así que no tenías que levantarte de la cama a contarlo, pero otra cosa es que no dijeras nada, prudentito. Y ni con las toallas de maquillaje que te gusta comprar en la farmacia, so presumido, consigues disimular las ojeras por la noche pasada en tan ajetreada y sensual vela.

-Ya está, que no te tengo por bruja del corazón y esto empieza a parecerlo.

-Y mi anillo pa cuando.

-Me abochornas, bruja desvergonzada. Mira lo que traigo, la reserva de un apartamento en la mismísima Avenida de la Constitución. Hasta tiene nombre, Feria de Abril, y está decorado como si se encontrara en plena Feria: una gran reproducción de la portada, farolillos, sillas y mesas flamencas, lunares y macetas de adorno en la terraza, igual que una caseta abierta a la Giralda. Además, con una ingeniosa composición por la que de una figura recortada de una mujer de espalda, en el dormitorio, arranca la cola de su traje de flamenca para convertirse en una roja colcha de encajes sobre la cama.

-Ahí soy capaz yo de conjuros celestiales y que le den al Demonio con la magia negra.

-Pero queda todavía más: un paseo en carruaje desde el centro de Sevilla al centro de la Feria, con una degustación en condiciones.

-Ya veremos, plumilla venido arriba, si el coche de caballos se queda esperándonos, que habrá que aprovechar tan singular hospedaje para la ocasión de la Feria.

-O sea, que te apuntas a la aventura y sólo me quieres de Feria en Feria.

-Podías haber dicho, plumilla despistado, que todo queda en amor de Feria.

-Ay, bruja casquivana, no me trastornes más. A ver si me estás tomando por conejillo de Indias para ensayar conjuros enamoradizos de los que valerte, porque con el tren no te salen las cuentas y eres una bruja autónoma con apreturas, en lugar de empleada de Satanás, sin contrato ni convenio colectivo.

-Qué chusco el escribidor. Solo vienes a buscarme cuando te conviene, para que te alumbre las entendederas en la Feria, y encima me reprendes por voluble. No tienes arreglo, ¿quién va a ser más volandera que una bruja?

-Pero es que el roce hace el cariño.

-Anda, dame la llave del apartamento y te espero sin retirar la colcha de volantes.

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