Me molesta enormemente el tonito altanero con que los que ocupan un cargo público en el fútbol distinguen entre "los profesionales" y el resto de los mortales, desprestigiando la opinión de miembros de la prensa o de la afición entre los que puede haber -de hecho los hay a porrillos- personas con más formación futbolística acreditada y que les darían un revolcón en cualquier debate o ponencia sobre metodología, optimización del rendimiento, análisis del juego u otros de los muchos campos que se engloban en el fútbol. Si nos atenemos a que profesional es el que cobra por realizar una (cualquiera) actividad, también podían especificar que la diferencia está en las cuantías de esa remuneración. Más correcto sería que se definiesen como "los profesionales que cobramos de tal club" o "a los que nos pagan por tomar decisiones".

Es que se me viene a la mente cómo a estos profesionales se les llenaba la boca sacando pecho por la gestión con el Milan por Andre Silva, cómo esos mismos profesionales nadaban a favor de corriente asegurando que el Sevilla ya había decidido pagar la opción de compra por el portugués (39 millones nada menos) y cómo esos mismos profesionales se ilusionaban con el cuento de la lechera de que, al final de temporada, los grandes le quitarían de las manos a un filón de 23 años por, como mínimo, el doble, 80 ó 90 millones o incluso 100 tal y como estaba el mercado. Todo muy de profesionales.

Hoy, el cántaro de esa lechera lleva un mes y medio roto pese a que el luso se entrena desde hace una semana con normalidad y no aparece en los partes médicos. Esos mismos profesionales no se atreven a decir las cosas que quieren que digan los demás y el Sevilla, un club con una planificación hecha por profesionales, tiene que salir domingo sí y domingo también a buscar sus objetivos dándole la responsabilidad a un juvenil, que pinta muy bien, pero que es un juvenil. Todo muy profesional.