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Análisis

Joaquín Aurioles

Economía urbana y orientación del territorio

Vicente Granados, in memorian.

EL urbanismo y la ordenación del territorio han sido lugares tradicionalmente ocupados casi de forma exclusiva por arquitectos e ingenieros. La importancia de la estética en el urbanismo ha sido determinante de la contribución de los arquitectos y la funcionalidad de las infraestructuras y los equipamientos de las aportaciones de los ingenieros, pero a medida que las ciudades han ganado en complejidad y en diversidad funcional, otras disciplinas han encontrado huecos donde arraigar. La dialéctica entre la ciudad, el territorio y los recursos naturales interesa, por ejemplo, a la geografía urbana, mientras que el papel de los mercados y los sistemas de transporte en el origen y desarrollo de las ciudades, explica el sentido primario de la aproximación de los economistas.

La economía urbana surge de la adaptación de las herramientas propias de la economía al estudio de la forma en que las ciudades satisfacen las necesidades de la población. Entre ellas, las de producir, trabajar e intercambiar, no solo dentro de sus límites, sino en un contexto global en el que la capacidad de los ciudadanos para competir con el exterior, de la que depende su bienestar, está influida por la productividad y la tecnología.

La ordenación del territorio es otra cosa. Es terreno propicio para geógrafos y también juristas porque la perspectiva dominante en este caso es la normativa con el objetivo, según la Junta de Andalucía, de conseguir una utilización racional del territorio en el largo plazo. La ordenación del territorio proporciona el contexto de referencia que el urbanismo necesita para que las ciudades puedan desarrollar su capacidad para competir de forma sostenible y ordenada en un mundo hiperconectado. Ambos se enfrentan a problemas de similar naturaleza que con frecuencia se reducen a conflictos de intereses entre el corto y el largo plazo o entre el interés privado y el público. La ocupación del suelo produce servidumbres irreversibles que muchas veces conlleva la desaparición de recursos naturales, como hemos conocido en Andalucía durante la burbuja inmobiliaria de principios de siglo, especialmente en su franja litoral, y de todo ello surge una problemática donde la perspectiva de los economistas enriquece el análisis.

Como decía, lo que la economía aporta al urbanismo y a la ordenación del territorio es la adaptación de sus herramientas de análisis a su problemática. No es una adaptación inmediata porque en su mayoría fueron concebidas para ser utilizadas en contextos no espaciales, pero cuando los modelos comienzan a admitir que la distancia puede ser un factor relevante en la explicación de los procesos económicos y que las externalidades, tanto las positivas como las negativas, importan y aumentan con la proximidad, en los economistas se despierta el interés por la economía urbana y el territorio. Nacía la economía regional, una nueva rama de la economía especialmente prolífica durante los últimos 50 años y Vicente Granados fue uno de los pioneros en Andalucía, bajo la dirección de Juan R. Cuadrado. Han pasado cuatro décadas y acaba de volver a la tierra. Descansa en paz compañero.

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