El parqué
José Ángel García
Retroceso del Íbex
El foco de atención se mantiene en las consecuencias socioeconómicas de la expansión de la variante delta del coronavirus a nivel global, especialmente ante la pérdida de momentun de China y su impacto sobre las cadenas de valor globales y la normalización del transporte de mercancías. En este sentido, la situación epidemiológica de la potencia asiática, además de la reintroducción de medidas de movilidad de carácter nacional e internacional, ha provocado el cierre parcial del tercer puerto de contenedores mundial (Ningbo-Zhoushan). Un hecho que podría condicionar negativamente la entrega de mercancías de cara a la campaña de navidad y el coste del transporte, generando nuevas tensiones inflacionistas.
A su vez, las implicaciones de la nueva ola de la pandemia global han quedado reflejadas en las previsiones de la Agencia Internacional de Energía (AIE), que ha rebajado su estimación sobre el consumo mundial de petróleo este año. En concreto, la menor movilidad observada a partir de julio, especialmente en Asia, podría reducir la demanda en aproximadamente 500.000 barriles al día en el segundo semestre. De ahí que, según este escenario, la progresiva normalización de la producción de crudo de la OPEP iniciada este mes de un incremento de 400.000 barriles diarios podría dar lugar a un exceso de oferta en 2022. Una visión que contrasta con las estimaciones del cartel petrolero, que no prevé cambios en el consumo. No obstante, sí podría condicionar futuras tomas de decisiones sobre la oferta, en un entorno en el que ayer la Administración Biden solicitó a los países miembros de la OPEP y a sus aliados incrementar la producción a corto plazo.
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