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Análisis

Carmen Pérez

Inestabilidad financiera: ¿cómo nadie hizo nada?

Cómo nadie advirtió esta caída?, le preguntó la reina Isabel II de Inglaterra en 2008 a los economistas presentes en la inauguración de un nuevo edificio de la prestigiosa London School of Economics. Acababa de estallar la crisis financiera más intensa de la historia. El caso es que sí hubo algunas advertencias previas pero nunca fueron escuchadas. Interesó más negarlas y seguir bailando. Desde entonces, los análisis y estudios sobre los riesgos potenciales para la estabilidad financiera se han multiplicado. En la Eurozona, dos veces al año, el BCE publica un informe para que políticos, la industria financiera y el público en general tomen conciencia de las vulnerabilidades financieras. El miércoles conocimos la segunda entrega de 2019.

Los altos niveles de deuda pública en algunos de los países constituye uno de los riesgos más importantes de la Eurozona. Pero poco caso le están haciendo los políticos. Esta semana la Comisión Europea recriminó a Italia, Francia y España que no habían aprovechado los buenos años económicos para reducir sus deudas. Es más, gracias a la política monetaria disfrutan de unas condiciones financieras excepcionales: sólo sirven para sustituir intereses por más gasto.

Por otra parte, el precio de los activos está disparatado, y los inversores deberían tomar nota para no llamarse en el futuro a engaño. El informe lo dice claro. Las valoraciones de activos, que dependen de bajas tasas de interés, podrían enfrentar importantes correcciones futuras. El volumen de bonos con rendimientos negativos ha crecido hasta alcanzar el 25% de los bonos mundiales. Hasta ahora el descenso continuado de los tipos de interés ha ido generando un efecto plusvalía pero es poco probable que esto se mantenga.

Demoledora también es la aseveración de Luis de Guindos en la conferencia que impartió el lunes y en la que anticipó este informe: "El 75% de los bancos en Europa no son rentables". El vicepresidente del BCE vino a decirles que no se quejen de la política monetaria, que sin ella no hubieran recuperado los volúmenes de préstamos ni mejorado la morosidad ni se habrían beneficiado de la mayor valoración de los activos. Y les culpó de no estar haciendo lo suficiente para mejorar la rentabilidad, ajustando sus modelos de negocio y con fusiones.

También las entidades financieras no bancarias son otro gran foco de vulnerabilidad. Han ido creciendo en tamaño y para incrementar la rentabilidad han aumentado su exposición a valores más arriesgados, menos líquidos y más dependiente de las economías emergentes. Ante bajadas importantes de los precios de los activos, los partícipes pueden hacer desbandada general obligando a los fondos a vender masivamente, provocando que los precios caigan aún más, retroalimentando el problema.

Estos cuatro riesgos -claramente entrelazados y con potencial para perjudicarse mutuamente- ya fueron señalados en informes pasados. La diferencia es que ahora se encuentran agudizados porque la situación macroeconómica de la zona del euro se ha deteriorado y existen circunstancias que pueden deprimirla aún más. ¿Quién será el que pregunte el día de mañana cómo nadie hizo nada?

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