Análisis

José Antonio Fernández Cabrero

Hermano mayor de la Macarena

Joaquín Sainz de la Maza, ejemplo de servicio y maestro de la esperanza

El hermano mayor de la Macarena recuerda a su amigo fallecido, guía en la hermandad, y resalta su ejemplo y la manera de hacer frente a la enfermedad

Joaquín Sainz de la Maza.

Joaquín Sainz de la Maza. / Juan Carlos Vázquez

De vez en cuando, o muy frecuentemente, la vida te golpea con dureza y así, golpe a golpe, hasta el hierro se quebranta. Se me han ido don grandes de la Hermandad durante este mandato como hermano mayor, Paco Cossío y Joaquín, que ahora, en compañía, gozan de la presencia de Aquellos a quienes tanto amaron.

Joaquín descubrió solo el camino del crecimiento personal. Lo conocido lo dejaba atrás, iba siempre más allá de sus propias fronteras, y esto no es fácil; aún así encontraba siempre la dirección acertada incluso cuando fue asaltado accidentalmente por las dudas. Siempre estaba de pie, elevado como un chorro de vida esperanzada; él abría las puertas de la felicidad para afuera. Cambió muchas cosas, y en todas encontró un rumbo acertado. Fue cuestionado por los renglones torcidos de Dios y, no obstante, supo tomar las curvas. Así era mi amigo Joaquín, sensible a la dimensión religiosa y sabiendo dar respuestas fundamentales a la vida humana encontrándolas siempre en su fe. De lo demás… ¿qué sabe nadie?

Joaquín nació para el servicio y la entrega, esos fueron sus dones. Firme en sus convicciones, sabía quién era, dónde estaba y cómo orientar sus pasos, incluidos los traspiés… ¿quién no los da? Es muy importante saber vivir acertadamente, pero existe una gran distancia entre la imagen que tienes de ti y la realidad actual que eres.

Imagen de archivo de Sainz de la Maza y Fernández Cabrero. Imagen de archivo de Sainz de la Maza y Fernández Cabrero.

Imagen de archivo de Sainz de la Maza y Fernández Cabrero. / D. S.

Joaquín no temía las críticas de los demás ni se obsesionaba con el reconocimiento de los otros; lo hablábamos mucho últimamente. Solo llegamos a ser maestros superando sabiamente las dificultades que Ellos nos preparan, y él superó muchas. Para encontrar a Dios, no hay que salir de este mundo sino hallarle en todas las cosas, por eso le habrá sido fácil el encuentro con su Señor de la Sentencia y su Virgen de la Esperanza.

Joaquín era brillante, inteligente, también capaz de quedarse extasiado contemplando una paloma picoteando delante de él. Profundamente generoso, mi amigo limitaba su yo como la maceta impide a la planta extender sus raíces más allá de los límites del barro. No era solo sus pensamientos, él era esencialmente sus sentimientos, y le conocí los más nobles.

Joaquín Sainz de la Maza a las puertas de la basílica de la Macarena. Joaquín Sainz de la Maza a las puertas de la basílica de la Macarena.

Joaquín Sainz de la Maza a las puertas de la basílica de la Macarena. / D. S.

Fuiste mi guía, quien perfiló los contornos de mi experiencia en nuestra Hermandad. Nos enseñaste con tu ejemplo y servicio. Brillantez, inteligencia, sensibilidad, generosidad, audacia y nobleza, que aplicó en su servicio a la Hermandad, donde su nombre ya figura con plena justificación en esa privilegiada relación de hermanos mayores que han dejado el mejor recuerdo y una huella imborrable por el trabajo desarrollado durante sus mandatos, por el éxito de su gestión y la de sus juntas de gobierno y por el legado transmitido a las generaciones posteriores. Joaquín Sainz de la Maza entró a formar parte de la Junta de Gobierno de don José González Reina como consiliario segundo en 1981 y pasó a teniente de hermano mayor en la de don José Luis de Pablo-Romero y Cámara en 1985, continuando en ese mismo cargo hasta abril de 1993 cuando asume interinamente el cargo de hermano mayor por el repentino fallecimiento de don José Luis. En noviembre de 1993 fue elegido como hermano mayor continuando como tal hasta 2001. Se le concedió la Medalla de Oro de la Hermandad de la Macarena en cabildo de hermanos en noviembre de 2010. De la extensa actividad desarrollada por la Hermandad bajo su dirección, además de lo ordinario, destacan algunos acontecimientos extraordinarios que siempre perviven en el recuerdo de los macarenos: los importantes trabajos de restauración del patrimonio; los solemnes actos del IV Centenario de la Hermandad en 1995, que culminaron con la inolvidable misa estacional en el Arco y el posterior recorrido apoteósico de la Virgen de la Esperanza por las calles del barrio; el Vía Crucis del Señor de la Sentencia a la Catedral en 1997; la asistencia por vez primera de las hermanas a un cabildo general y la aprobación de unas nuevas Reglas que recogen la equiparación en derechos de los hermanos y hermanas; el hermanamiento formal con la querida Hermandad de los Estudiantes, a la que se le otorgó la Medalla de Oro de nuestra hermandad; la salida procesional de las hermanas, como nazarenas, en 2001; la puesta en marcha de la primera página web de la Hermandad; así como otras muchas acciones e hitos históricos.

Sainz de la Maza junto a Manuel García y José Antonio Fernández Cabrero, tres hermanos mayores de la Macarena. Sainz de la Maza junto a Manuel García y José Antonio Fernández Cabrero, tres hermanos mayores de la Macarena.

Sainz de la Maza junto a Manuel García y José Antonio Fernández Cabrero, tres hermanos mayores de la Macarena. / D. S.

Sus últimos meses se convirtieron en una lucha sin descanso. Ningún mundo fabricado por la inteligencia humana es remedio para la realidad del hombre: él se sostenía en la Esperanza. Aceptó su enfermedad con admirable estoicismo. Permaneció siempre muy vivo; la enfermedad le tumbó en la cama, mas nunca lo abatió, y siguió haciendo el bien a cuantos le preguntábamos negando siempre hallarse mal y padeciendo con dulzura las tarascadas de los que nunca agradecen nada. Tu mundo nunca se vino abajo; tu fe inquebrantable puso luz en tu entendimiento, claridad y una voluntad férrea; nunca cambiaste tus comportamientos, ni en la noche de tu enfermedad ni en la oscuridad de tus dudas, que también te asaltarían, querido amigo. Dictaste, de este modo, una postrera lección de esperanza a quienes te rodeábamos y nos enseñaste a comprender un poco más la dulzura y mansedumbre de Nuestro Señor.

Nos has dejado a todos un poco huérfanos, Joaquín, y ahora yo solo escucho los tañidos del silencio, pero ¡ya veremos! Sé que no te has ido, que estás en la habitación de al lado porque tú, amigo, conocías al Dueño de las dos orillas. Dale un beso a Cossío. Os quiero un montón. Sí, lo he dicho bien, en tiempo presente.

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