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Análisis

Juan luis manfredi mayoral

Periodista

En defensa de la RTVA, que cada palo aguante su vela

Ya no es el tercer canal de Andalucía sino uno de los cientos que compiten por la audiencia

La Junta de Andalucía acaba de aprobar su Presupuesto para 2021 y en él ha recortado los fondos que se destinan a la Empresa Pública de Radio Televisión de Andalucía, además de cerrar uno de sus tres canales de televisión, el freno a la contratación de personal, la amortización de plazas y el cierre de la Fundación Audiovisual de Andalucía.

Inmediatamente se ha desatado una tormenta de opiniones y de esa tormenta el lector deduce que la derecha y la extrema derecha quieren cerrar o privatizar la RTVA y que, en definitiva, quieren perpetrar un atentado contra la libertad de expresión y la democracia.

En atención a la posibilidad de que esas amenazas se hagan realidad se han movilizado las asociaciones profesionales de periodistas y hasta las facultades de Comunicación, entre otras entidades, que han publicado un manifiesto en el que se defiende a la RTVA como " el medio autonómico de referencia de la sociedad andaluza y ha jugado y juega una función estratégica en la construcción de la autonomía y de nuestra identidad, articulando el audiovisual andaluz. Es la única radiotelevisión pública que puede y debe cumplir las funciones encomendadas por el Estatuto: la vertebración y cohesión del vasto territorio andaluz, la defensa de nuestra cultura e identidad y el desarrollo del derecho a la información".

Desde luego, estoy a favor de los medios públicos y de la RTVA en particular, aunque me pregunto si ha cumplido sus objetivos con la eficacia que cabría esperar. Durante años, la RTVA estuvo al servicio de un único partido que ganaba por mayoría y que, al controlar la Junta, controlaba también el presupuesto asignado, destinado a cumplir esos objetivos definidos en el Estatuto. No era la televisión del partido, pero sin duda el resultado era el que quería el partido. Ahora manda otro partido y quiere reconsiderar la situación. Parte de la batalla dialéctica -o toda- tiene que ver con la política y bien poco con la cultura andaluza, la vertebración del territorio o la libertad de expresión, que pueden interpretarse de tantas maneras como sensibilidades hay en el Parlamento.

La RTVA siempre ha estado con el agua al cuello a causa de una gestión deficiente achacable casi siempre a la imposibilidad de cumplir las instrucciones no siempre coherentes de la propia Junta.

Los profesionales de RTVA se sienten amenazados, y con razón, aunque creo que no perciben con claridad que quien los amenaza casi desde el mismo momento de la fundación de la empresa no es sólo el partido o partidos del Gobierno de turno, sino la falta de voluntad política de todos los partidos con presencia en el Parlamento para hacer los cambios necesarios para ser una empresa competitiva que sea escaparate de esa Andalucía con futuro en la Europa pos-pandemia. Que sea un escaparate al que la audiencia mire y admire. ¿O es que se quiere seguir tal cual? Lo importante no es que el Presupuesto destine a la RTVA más o menos millones, sino qué se quiere hace con ellos. Por lo que he leído en el manifiesto de defensa, si se quiere cambiar el modelo actual se están poniendo en peligro nada menos que la propia democracia y la libertad de expresión, de lo que deduzco que lo progresista, lo democrático, es dejarlo todo tal cual. Como en elCantar de Mio Cid, a la RTVA hay que "defendella e non enmendalla".

Pero es que todo ha cambiado. Resolver la ecuación pasa por aceptar que seguramente hace falta replantear la existencia de la RTVA tal como la conocemos, porque ya no es el tercer canal que puede verse en Andalucía, sino uno de los cientos que compiten por la audiencia. Ha dejado, por tanto, de ser referente (con sus cifras de audiencia es muy difícil ser medio de referencia). Y ello en un escenario en el que se está perfilando una Europa pos-Covid en el que el mantra de la economía sostenible pasa por la modernización del sector público para hacerlo más eficiente, con la mejora de la calidad del gasto (¿en qué se va el dinero: en nóminas, en tecnología, en distribución?), la eficiencia en la gestión y la sostenibilidad de las iniciativas. Todo ello, además, bajo el signo de la racionalidad del gasto público, es decir para qué se gasta, no cuánto.

La idea de una RTVA como herramienta para la cohesión social de Andalucía sigue siendo válida, pero si quisiéramos fundar hoy una RTVA que pudiera cumplir los objetivos previstos en el Estatuto de Autonomía, ¿tendría una plantilla con cientos de empleos vitalicios?, ¿podría utilizar una tecnología capaz de renovarse cada año?, ¿buscaría la misma audiencia (más rural que urbana y de mediana edad) u otras nuevas?, ¿cómo se financiaría y hasta qué cifra?, ¿cuál sería su objetivo empresarial y social, la sola supervivencia o la solvencia económica?, ¿cuál su oferta para el mundo de las plataformas, las redes y los nuevos medios?

En otras palabras: menos rasgarse las vestiduras y hacer discursos grandilocuentes y más hacer algo que de verdad garantice una RTVA defensora de la libertad de expresión, que aporte valores a la convivencia ciudadana, que sirva para potenciar nuestras referencias culturales y a la vez ampliar nuestros horizontes.

Además de "defendella", a la RTVA hay que "enmendalla".

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