La guerra de los sondeos

Desde que Tezanos está al mando, los aciertos del CIS han sido escasos y se advierte que no ha dudado en presentar a Pedro Sánchez como triunfador cuando necesitaba un impulso

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / Valda Kalnina (Efe)

18 de septiembre 2022 - 06:00

Para desgracia de José Félix Tezanos y de La Moncloa, el último barómetro del CIS, hecho público esta semana, ha provocado risa generalizada. No escepticismo ni tampoco preocupación. Los barómetros y sondeos del CIS hace tiempo que dejaron de ser creíbles, y eso que el Centro de Investigaciones Sociológicos (CIS) fue en tiempo el organismo de mayor solvencia, el que, se decía, contaba con los profesionales mejores y más rigurosos.

Todo eso cambió cuando Pedro Sánchez decidió sumarlo a su causa. Comprendió que los sondeos y encuestas tenían una fuerte carga electoral porque incidían en el voto ciudadano –a todo el mundo le gusta apostar por caballo ganador– y puso al frente del CIS a un miembro de la Ejecutiva del PSOE. Algo que ningún presidente de Gobierno había osado siquiera plantearlo.

Colocar en la dirección del CIS a alguien afín o cercano al Gobierno ha ocurrido con todos los presidentes. Pero nunca a un miembro de la ejecutiva de su partido y, desde luego, nunca con un apoyo tan condicional a quien le había elegido. Hasta el punto de rozar el escándalo e incluso caer en él.

Pedro Sánchez, en el futuro, demostró que no le dolían prendas en hacer política colocando a personas de su cuerda en instituciones que podían facilitarle o dificulta la labor de gobierno. Tezanos fue el primero, pero después nombró Fiscal General del Estado a la ministra de Justicia, al igual que intenta ahora que el Consejo General del Poder Judicial nombre cuanto antes a los dos vocales que le corresponden para intentar así que Cándido Conde Pumpido se convierta en presidente del Tribunal Constitucional.

Estábamos con las encuestas y con el CIS. Tezanos es hombre de importante recorrido en el PSOE, donde trabajó estrechamente en el equipo de Alfonso Guerra desde 1973. Junto a otros muchos personajes, entre ellos Ignacio Varela, formó parte de un equipo que tuvo mucho que ver con el triunfo socialista de 1982 y los años siguientes, aunque con Zapatero empezó a advertirse su distanciamiento con el felipismo y más aún con Pedro Sánchez. La excepción fue Tezanos, sanchista a machamartillo.

El miércoles volvió a ser noticia porque, al contrario que indicó la totalidad de los sondeos y encuestas de distintas empresas, algunas de ellas tradicionalmente cercanas al PSOE, el CIS anunció que el PP pierde fuelle y que, si se celebraran elecciones ahora, volvería a ganarlas el PSOE. Días antes, ya dijo también el CIS que el debate entre Sánchez y Feijóo había sido ganado por el presidente de Gobierno.

No se ha dado excesiva importancia al barómetro porque la credibilidad del CIS es hoy la que es, muy cuestionable, pero, como apuntábamos, ha sido motivo de escarnio. Entre otras razones, porque el CIS no acertó ni de lejos en las últimas elecciones importantes, las andaluzas, pero sobre todo porque desde que Tezanos está al frente de ese organismo oficial los aciertos han sido escasos y se ha advertido de lejos que no ha dudado en presentar a Sánchez como triunfador en varias ocasiones en las que el presidente necesitaba un impulso electoral.

El Centro de Estudios de Opinión (CEO), el llamado CIS catalán, suele barrer para casa pero nunca de forma tan descarada como el CIS y, de hecho, en más de una ocasión ha dado disgustos a la Generalitat, apuntando que los independentistas perdían peso mientras se incrementaba el voto de los socialistas de Cataluña.

Se da por hecho que hay empresas de sondeos tentadas de instrumentalizar excesivamente los resultados directos de sus encuestadores –la cocina es indispensable, pero debe ser realizada por profesionales–, para favorecer a partidos que les son ideológicamente próximos o para los que trabajan. También la mayoría de los medios de comunicación contratan a las empresas más afines a su línea editorial, pero cada vez se diluye más ese comportamiento y quienes contratan buscan sobre todo contar con las empresas que cuentan con más prestigio por su rigor profesional.

Los sondeos son caros. Muy caros. Las empresas, con frecuencia, se sostienen con un número muy limitado de trabajadores, que se amplían –habitualmente con estudiantes de sociología o de carreras similares– en épocas preelectorales.

En los últimos tiempos se ha buscado estabilidad tratando de firmar contratos de mayor alcance con medios de comunicación, partidos o corporaciones, de manera que les ofrezcan sondeos periódicos que generalmente los lectores, oyentes y partidos analizan con interés máximo para estudiar la evolución del voto en los trabajados realizados por los mismos profesionales y, por tanto, con el mismo criterio.

El Gobierno, más que fiarse del CIS, utiliza al CIS, aunque Tezanos lo niega tajantemente y recuerda que se trata de un organismo que cuenta con el máximo prestigio por la calidad de sus profesionales. Era así, pero ya no lo es, lo que reconocen algunos de esos profesionales que se duelen de que hayan cambiado tanto las cosas, y no para bien.

Preguntas ad hoc

Además del CIS, el Gobierno y el PSOE contratan circunstancialmente a otras empresas. O pasan a sus propios expertos de Moncloa que estudian a fondo las encuestas que publican los medios de comunicación para llegar a sus propias conclusiones y pasarlas al gabinete presidencial.

En el PP pueden pasar largos periodos de tiempo sin contratar empresas de sondeos, entre otras razones por una cuestión económica. Pero cuando se aproximan elecciones entonces sí consideran indispensable encargar sondeos propios, en muchos casos con la petición de que se hagan determinadas preguntas a los encuestados para conocer así cómo respira la sociedad ante determinados problemas. Ahora, con un nuevo presidente del partido, elecciones importantes en el mes de mayo que determinarán el resultado de las generales, que en principio se celebrarán semanas más tarde, quieren contar con sondeos que les ayuden a perfilar su estrategia.

Nunca ha trabajado el PP con la misma empresa, ha cambiado en función de los equipos presidenciales y de las circunstancias, y ahora hay al menos dos que les pasan sus informes. Dos mejor que una, es la manera de no contar con un único punto de vista.

El responsable de los contactos con las empresas de sondeos es el vicesecretario del partido, Elías Bendodo, que ya lo había hecho en Andalucía. Sigue el mismo modelo que utilizó entonces, con una empresa habitual, que se complemente con otras, siempre de larga trayectoria profesional. Los datos los traslada a la dirección nacional, que los conocen y comentan en las reuniones de los lunes.

Como el Gobierno, sus expertos analizan también lo que publican los medios de comunicación, pero no con los resultados finales que se ofrecen, sino estudiando detalladamente lo que se llaman las tripas. Esta semana, por ejemplo, las del barómetro del CIS, que les da un resultado que no coincide con los porcentajes y escaños que ofrece el organismo oficial. Génova concluye que el PP sigue arriba según indican las encuestas del propio centro antes de ser cocinadas.

Bendodo y quienes trabajan con y para él insisten en dos puntos: los sondeos actuales importan porque marcan una tendencia, pero es absurdo fijarse en la adjudicación de escaños. Segundo, queda más de un año por delante hasta las elecciones generales, un periodo en el que pueden producirse acontecimientos que cambien radicalmente la situación actual.

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