La ventana
Luis Carlos Peris
La Alameda como oasis
Corría un verano que se convertiría en tempestuoso para el devenir del Sevilla y el Consejo que presidía José María González de Caldas andaba en la tarea de revolucionar el plantel costase lo que costase. Con José Antonio Camacho en el puente de mando llegó una sarta de futbolistas que iba de una estrella como Almeyda a un desconocido Aranalde. Y respecto al primero, la propaganda del momento no se paraba en barras a la hora de calificarlo. El Pelado Almeyda es Simeone en la resta y Redondo en la suma decían. O sea, que el Sevilla acababa de fichar a dos futbolistas por el precio de uno.
Luego, el año fue como fue, con el Sevilla descendiendo a Segunda un cuarto de siglo después del que se llevó por delante al recordado José Ramón Cisneros. Y en ese curso tan nefasto nunca acreditó Almeyda el nivel que le adjudicaban, pero lo de hoy es otra historia y sólo cabe desear que el argentino haga buenas las predicciones que Antonio Cordón, su gran valedor, vaticina.
Y en este estado de cosas, el argentino no se ha recatado en afirmar que hubiera venido de rodillas a un club con el que, quizá, se sienta en deuda por su aportación en un curso nefasto, el 96-97. Y por muy de rodillas que hubiera venido, no estaría de más que le pongan a sus órdenes un plantel capacitado. La misión es la de no pasar las tribulaciones de los dos últimos cursos, por lo que ahí entra de lleno el papel del director deportivo y no sé si procederá esperar al último momento para los refuerzos.
También te puede interesar