La ventana
Luis Carlos Peris
Cómo Juan el Grande cerró la Bienal
Hace apenas unas semanas, la Organización de las Naciones Unidas publicó su tercer informe Unidos en Ciencia 2021, en el que alertaba que el Covid-19 no ha logrado impedir el avance del calentamiento global. Una vez más, el principal factor de esta situación es la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. "Un diagnóstico alarmante que muestra hasta qué punto la sociedad se ha desviado de los objetivos fijados por el Acuerdo de París", señalaban desde la institución.
Efectivamente, la realidad no puede ser más preocupante. A pesar de los esfuerzos que tanto gobiernos, como empresas y ciudadanos hemos llevado a cabo en estos últimos años, parece que no hay manera de doblegar al cambio climático. Pienso sin embargo que la solución pasa por redoblar nuestro compromiso con el planeta y seguir trabajando con empeño para revertir esta circunstancia. No es el momento de rendirse.
El sector de la Salud, al cual pertenezco, ha desarrollado en los últimos tiempos acciones muy diversas con el objetivo de salvaguardar el medioambiente y el futuro de nuestro planeta: inversiones millonarias en I+D, desarrollo de productos más sostenibles, colaboraciones con ONG's de diferente índole, etc. Sin embargo, al mismo tiempo que recorremos este camino y perseguimos nuevas y avanzadas soluciones para contrarrestar el cambio climático, no podemos olvidarnos del fin último de toda esta lucha: la salud de las personas, su bienestar. La sostenibilidad, por encima de todo, debe ser sostenible.
Es por ello que, como Federación de Sociedades Científicas de Enfermería Familiar y Comunitaria, nos hemos posicionado recientemente en el debate generado sobre el uso de gases fluorados en productos farmacéuticos como los inhaladores presurizados en aerosol. Somos muy conscientes de que las medidas a futuro deben pasar por la reducción de los gases de efecto invernadero. Pero, más allá de valorar hasta qué punto es significante o no la contribución de los gases fluorados al total de emisiones de GEI, lo que es innegable es el hecho de que, en ningún caso, la batalla por ser más sostenibles puede avanzar en detrimento de los pacientes.
Porque si, atendiendo a este caso concreto, valoramos a cada uno de los pacientes de forma individualizada, observamos que, dada su situación clínica, muchos de ellos no pueden realizar el esfuerzo inspiratorio necesario para proceder a la utilización de inhaladores en polvo seco, que son los que no tienen este tipo de gases en su formulación. Así, teniendo en cuenta esta casuística, creemos que antes de la supresión de estos productos se ha de dar una alternativa farmacológica a los pacientes que la requieren.
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