DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

El presidente de la Junta, Juanma Moreno, en un acto cofrade celebrado ayer en Málaga.

El presidente de la Junta, Juanma Moreno, en un acto cofrade celebrado ayer en Málaga. / Álvaro Cabrera / Efe

EL presidente andaluz dudaba sobre el momento... y el momento le ha resuelto la duda a él. El adelanto electoral a junio ahora es inevitable por el curso de los acontecimientos. El mes ya no es una elección; sólo el día. El deterioro económico con la espiral inflacionista avivada por la guerra en Ucrania le ha despejado la incógnita a Juanma Moreno, que tenía casi como un mantra lo de "octubre o junio". Tendrá que ser junio. La legislatura está agotada, pero no podrá permitirse el detalle simbólico de agotar los cuatro años completos, como parecía desear sinceramente. De hecho, al presidente andaluz le toca las fibras, por no mencionar nada más, cuando se le dice que debió convocar en otoño frisando la mayoría absoluta. Adelantar o no adelantar es una duda hamletiana que acompaña a cualquier presidente, pero Moreno siempre pensó que hacerlo por oportunismo es indecoroso y además peligroso. Ese tacticismo lo han pagado muchos, desde a Artur Mas a Mañueco, también Susana Díaz. La decisión ha venido en forma de baño de realidad.

El consejero de Hacienda, ya sin sombra de dobles juegos, insiste en junio. Juan Bravo siempre creyó que era la fecha conveniente para tener presupuestos a tiempo, pero ahora, con las expectativas económicas muy a la baja y la incertidumbre por la duración del frente de Ucrania, enfatiza esa necesidad. Y como él, otro consejero sin ninguna sospecha de segundas intenciones, Rogelio Velasco, no en vano del bloque de Ciudadanos: "No contar con un presupuesto propio obstaculiza mucho que esa inflación vaya a reducirse". En definitiva Ciudadanos no quiere elecciones, como repite Juan Marín, pero ya no es cuestión de voluntad, oportunismo, tacticismo o talento estratégico, sino de la inflación casi al 10% que convierte en ineficientes unas cuentas prorrogadas.

La oposición, como corresponde a la oposición, reprocha la fecha. Va de suyo que protestan por junio como protestarían por octubre o noviembre. Si hay adelanto de unos meses, rajarán por no agotar; y si esperasen a otoño, rajarían por no haberse anticipado al deterioro económico. Es eso lo que corresponde a la oposición, aunque siempre conviene afinar los argumentos. Esta semana, en la sesión de control, Ángeles Férriz acusaba al presidente de provocar inestabilidad: "Junio no es un adelanto técnico, es un adelanto frívolo". ¿La guerra de Ucrania y la inflación bordeando el 10% es una frivolidad? Cuando el Banco de España, la Airef y organismo tras organismo enfrían las expectativas y el propio Gobierno PSOE-Podemos ha tenido que aprobar un Plan de Choque aun contando con presupuestos, ¿se puede calificar la opción de junio para hacer presupuestos como una frivolidad? Seguro que ese argumento se puede mejorar. Basta consultar con economistas en lugar de que el titular te lo haga un asesor de comunicación.

¡Qué escándalo... aquí hay sondeos!

Las encuestas forman parte de cualquier ecuación, algoritmo o silogismo para convocar elecciones. Ningún presidente convoca sin contar con información demoscópica. Va de suyo. Resulta un poco ridícula la protesta hipocritilla rasgándose las vestiduras como si las encuestas fuesen un escándalo, cayendo en la caricatura del capitán Renault en Casablanca. Pues claro que el presidente andaluz manejará las encuestas, como todos los grupos usarán los sondeos en sus estrategias. Ciudadanos no quiere adelantar por las encuestas; Vox quiere por las encuestas; al PSOE y Unidas Podemos no les gusta lo que hay, y necesitarían más tiempo porque la tensión informativa actual deja poco margen para proyectar a sus candidatos... Y el PP ha medido la crisis volcánica que ha tenido tras la defenestración de Casado en un descalzaperros de efectos imprevisibles.

La secuencia del macrosondeo de Metroscopia, sugiere que la marca nacional se ha recuperado rápido tras un bache profundo, y hoy de nuevo suma. Feijóo, además, ha enviado al PSOE el mensaje de que no aceptará lecciones sobre pactos x mientras gobierne con populistas más o menso bolivarianos, independentistas y bildutarras. La marca PP en Andalucía sale particularmente reforzada, aunque han perdido algo de ventaja desde otoño. No obstante, el sondeo del Centra deja abierta la posibilidad de que el PP sume más que la izquierda, el factor que determina gobernar o no en solitario.

Reseñable: la valoración del PP como partido más capaz de afrontar los problemas es mayor en Andalucía, a pesar de la mirada pesimista sobre la economía; la valoración positiva del presidente, superior a su Gobierno, con un grado de conocimiento de 9 de cada 10. Juan Espadas no pasa de 5/10, por debajo de Marín, aunque superior a Macarena Olona, que no llega a 4/10. Y a pesar de la simpatía más igualada por PP o PSOE, un 35% querría a Juanma Moreno de presidente, un 14% a Juan Espadas y un 7% a Olona. Hay muchas claves. Por eso todos mirarán las encuestas mientras exclaman "¡Qué escándalo... aquí hay sondeos!".

La preocupación es Vox

El PSOE, si el sondeo Centra clavase los datos, algo que está por ver pues hay otras encuestas con algunas diferencias, no alcanzaría el nivel de 2018. Los datos son preocupantes, por más que sostengan que "desde hace un año los datos dicen que el PSOE recupera su posición". Para un partido con una maquinaria histórica tan potente, la conclusión es que no están acertando a plantear batalla. Se intuye cierta desesperación, y más al acortarse los plazos, sin mensajes que erosionen a San Telmo. La campaña de la sanidad no carburó porque, más allá de que la pandemia ha provocado efectos similares en todas partes, los datos de desinversión en sanidad pública son tan groseramente falsos que colisionaban con la realidad; y la estrategia actual con las contrataciones exprés, mejor orientada, puede tener poco tiempo y espacio.

En realidad Vox, por paradójico que sea, preocupa más al PP que al PSOE. De hecho, el PSOE necesita a Vox porque su campaña se basa en agitar la extrema derecha –ayer mismo Juan Espadas acusaba aquí a Elías Bendodo de estar en Madrid para negociar eso, lo que parece otro argumento cogido con alfileres– para ofrecerse como antídoto. Pero en el PP, y no dejan de insistir en la obviedad, querrían gobernar en solitario y confían en poder hacerlo. Después hay que convertir la obviedad en aritmética; y ya se sabe que eso no es tan sencillo en el tablero multipartidista.

Vox puntúa mucho, porque funciona la marca con penetración potente en el segmento joven. Los datos sobre Macarena Olona son poco consistentes, pero doblan resultados hasta 22 escaños. Están atrayendo voto de caladeros tradicionalmente reservados a la izquierda. En Vox convierten en inercia todos los debates, excitando un imaginario identitario iliberal para seducir a cierta clientela en la que domina el hartazgo o el escepticismo. Sólo Teresa Rodríguez ha decidido jugarles con su mismo juego. La líder de Adelante golpea al contraataque en redes aprovechando la propia fuerza de Vox. Ha hecho esta semana una campaña hábil llamando Paripé de Triana a Olona, en lugar de Macarena de Granada, y caricaturizando su andalucismo. Los extremos se realimentan. De momento, eso sí, en los sondeos Rodríguez apenas crece, y Vox lo peta, en muchos casos aprovechando los errores desde la izquierda al ridiculizar a su electorado. En el sondeo Centra, sin embargo, no alcanzaría para entrar en el Gobierno. Y ahí está el pulso.

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