Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

Esta vez estaba claro

La decisión de ayer del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo no sorprendió a nadie: mantuvo los tipos de interés. Después de diez subidas consecutivas –hasta alcanzar el tipo principal de financiación el 4,5%– el banco central decidió hacer una pausa. En otras ocasiones pasadas tuvo más difícil la decisión sobre no seguir subiendo; en esta ocasión, las circunstancias se lo han puesto fácil.

Las medidas de política monetaria van haciendo su labor. Pero no funcionan de la noche a la mañana, llevan su tiempo. Tienen un efecto inmediato en la nueva deuda, pero el endeudamiento existente de las familias, empresas y Estados va encareciéndose –y enfriando así la economía, para contener la inflación– sólo poco a poco. Todo lo que se ha recorrido hasta ahora aún no ha conseguido un impacto pleno. De hecho, el BCE espera que el mayor impacto de las subidas de tipos ya realizadas se produzca a principios de 2024. Esta nueva decisión está contando con este retardo.

Y parece que van dando sus frutos. La principal variable que guía las decisiones, el IPC general en la Eurozona, se situó el mes pasado en el 4,3% interanual, todavía muy por encima del objetivo de en torno al 2% a medio plazo, pero dos décimas por debajo de lo que se esperaba. Además, la inflación de los servicios, uno de los factores a los que más presta atención el BCE, en septiembre cayó al 4,7% interanual desde el 5,5% de agosto. Si estos datos no hubieran sido así, el BCE habría tenido dificultades para tomar esta pausa.

Otro dato que también ha ayudado es el resultado de la encuesta sobre préstamos bancarios realizada por el BCE, que muestra que el debilitamiento de la coyuntura económica y que la subida de los tipos de interés están teniendo un claro impacto en el endeudamiento. El endurecimiento neto acumulado desde 2022 ha sido importante y ésta es una señal clara de que la transmisión monetaria está funcionando con bastante fuerza en estos momentos.

La debilidad de la economía, aunque vigilarla no es la misión principal del banco central, también cuenta. La actividad económica del conjunto de los países de la Eurozona está sufriendo la mayor contracción en tres años, es decir, desde noviembre de 2020. El PMI compuesto de octubre ha caído a 46,5 puntos desde los 47,2 de septiembre. La zona euro se contrae así por quinto mes consecutivo.

Hace 16 meses comenzó a la baja el PMI industrial, pero desde hace tres lo viene haciendo también el de servicio, el sector que tiene mayor peso en la economía de la Eurozona. Y la debilidad no se concentra en Alemania, sino que va contagiándose al resto. El BCE afirmó ayer que “la economía de la zona del euro sigue débil” y que “el mercado laboral también se está debilitando”, cuando sustentaba hasta ahora la actividad económica.

La próxima cita será el 14 de diciembre. Para empezar a bajar, todavía será pronto. Ayer el comunicado lo dejaba claro: “los tipos de interés oficiales del BCE están en niveles que, mantenidos durante un período suficientemente largo, contribuirán de forma sustancial a este objetivo”. A ver cómo evolucionan y afectan los grandes riesgos, especialmente las tensiones geopolíticas, a los que estamos expuestos.

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