Baja temeraria

mercedes de pablos

Abril no es Klopp

Ni idea de quién era ese señor hasta hace unos meses y ahora me tatuaría su jeta en algún sitio bien visible (en mi caso son pocos, mojigata nací y mojigata voy viviendo) porque llevo camino de borrarle el nombre de tanto repetirlo. El señor, muy apuesto, es alemán, ex futbolista y entrenador del Liverpool. Hasta aquí lo que he llegado a saber. Pero además Jürgen Klopp, que es tan famoso como todos los que destacan en el fútbol, vayamos a creer que nos sabemos la lista de los Nobel de física o química o algo, ha demostrado tener una sensatez que empieza a ser más rara que el oro. Hace exactamente un año, el 4 de marzo del puñetero 2020, que le preguntaron por el coronavirus, en rueda de prensa de sus quehaceres balompédicos, y él se puso cual hidra. Poco más que abroncó al preguntador por pedir su opinión que, aparte de compartir pesadumbre como todos los humanos, no podía ser más prescindible. Que le pregunten a los expertos, dijo sin subir la voz, pero con un rictus de los que yo soy el periodista y me pongo a estudiar unas oposiciones de ayudante de biblioteca. Inmediatamente se le puso como ejemplo y hubo un coro de mea culpa a granel por parte de periodistas, presentadores y líderes de opinión en general, jurando que en circunstancias tan adversas deberían, deberíamos, aludir a opiniones cualificadas y no las de cualquiera por célebre que fuera. ¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre o la memoria en casa del adicto a los likes! A la aplaudida respuesta de Klopp le han seguido un tropel de opiniones haciendo exactamente lo contrario. Una bien sonada hace unos pocos días: una de las actrices más brillantes de nuestro cine, en lugar de hablar de su oficio y de lo contenta que está del reconocimiento de sus compatriotas y compañeros se dedicó a exhibir su negacionismo conspiranoico que suena desorbitado hasta en la genial y última novela de Benítez Reyes. De hecho, no habrá alfombra roja en los Premios Feroz ni subirá a recogerlo acompañada, porque se niega a usar la mascarilla.

Por invitación de un estupendo profesor, Pablo Gutiérrez, he estado un par de días en el instituto de Salteras para hablar con la chavalería del 28-F. Ya quisiera la magnífica actriz tener la misma educación que esos adolecentes, diana de nuestras habituales criticas cada vez que arde un contenedor. Pena de Abril, que además de exhibir irresponsabilidad e ignorancia, robó protagonismo a sus compañeros del cine que no están precisamente para que les escasee el foco.

Tal vez la solución debería haber sido no hacerle caso. Tal vez, como con algunos sucesos graves, necesitamos un pacto social entre informadores e informados para no divulgar mamarrachadas. Que son tan peligrosas, poco ejemplares y egoístas, como las piedras que rompen las maravillosas vidrieras del Palau en Barcelona.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios