EN lugar de perder el tiempo lamentándose por la penosa campaña electoral que anoche terminó, y de llevarse las manos a la cabeza por la degeneración de la democracia a lo largo y ancho de Europa, le aconsejo que dedique parte de la sabatina jornada de reflexión a unas elecciones muy europeas. Las puede elegir en Sevilla en bibliotecas, librerías, tiendas de discos, portales de internet. Vote o se abstenga mañana (siempre recomiendo verse en las urnas), construya la Europa que merece la pena desde las estanterías de su hogar, conviértalas en un pasaporte a la cultura sin fronteras. Y no tiene por qué limitarse a los 27 países de la UE, incluya la Noruega del saxofonista Jan Garbarek, la Suiza de los arquitectos Herzog & De Meuron, la Islandia de Björk y hasta la Rusia de Anna Politovskaya, periodista que dio su vida por la verdad.

Si me permite algunas sugerencias, en lugar de los desacreditados programas electorales, lea al italiano Claudio Magris por ejemplo el reciente libro La historia no ha terminado: ética, política, laicidad, que reúne un conjunto de artículos. Conozca la pintura y la escultura del alemán Anselm Kiefer. Sienta como propia la Historia con el británico Eric Hobsbawn o el francés Georges Duby. Atrévase con el cine del austriaco Michael Haneke y repase el del polaco Kieslowski. Descubra el talento narrativo del portugués Lobo Antunes o el del irlandés John Banville, sienta la espiritualidad del Este con la música del estonio Arvo Pärt, abunde en el presente con los ensayos del esloveno Slavoj Zizek.

Diviértase con la Guía para sobrevivir a una isla del griego George Zarkadakis, o con las humoradas del húngaro George Miles como observador de los tópicos británicos. Siga el rastro que deja en el Teatro Central la compañía belga de danza Rosas. Y desemboque en la dramaturgia del checo Havel para reflexionar hacia dónde va Europa, tan olvidadiza de su capacidad para destruirse a sí misma por miedo a la libertad.