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Anda, la violencia machista

Es importante que desde posiciones conservadoras se asuman valores históricamente progresistas

Pecando de viejuna no puedo evitar recordar un mítico anuncio de mi adolescencia (tal vez infancia) de unos no menos míticos dulces muy norteamericanos y redondos. El spot mostraba a un niño que se iba al colegio y en medio del camino se llevaba las manos a la cabeza, espantado: había olvidado la merienda, o sea los donuts. Vuelto a enmendar el imperdonable olvido reanuda la marcha y se vuelve a llevar las manos a la cabeza: ¡la cartera! Este grito se convirtió en coletilla, ya fuera para nombrar un olvido literal ya para señalar el olvido de otros, ideológicos se entiende.

Parece que a la derecha española se le ha venido el anuncio como un traje recobrado del armario. A medio camino se andan llevando las manos a la cabeza porque han descubierto la violencia machista y sus consecuencias. Bienvenidos sean, que en este asunto los consensos son imprescindibles. Pero, advertidos de lo que parecía, en algunos casos, un olvido o un asunto no mollar, han dejado en casa… la cartera. Porque resulta curioso que, acostumbrados a que la economía sea la espina dorsal del argumentario liberal, la inflación, el desempleo y la deuda hayan desparecido por el momento de sus discursos. Tal vez porque a pesar de las circunstancias, las cifras del paro no son las peores en muchos años, porque la inflación, preocupando, no rebase los límites razonables e incluso ande por debajo de otros países europeos y que tras una pandemia y en medio de una guerra en Europa los peores augurios no se estén cumpliendo. Normalmente estarían echando las campanas al vuelo, aunque se entiende que no sea el caso dado que tales éxitos corresponden, precisamente, a un Gobierno de izquierdas, inédito también por mor de un pacto. Una izquierda cuyo corazón ideológico prefiere tener deuda pública que al público en deuda. Y he aquí que, dado que el "España va mal "no casa demasiado con la realidad -por dificultosa que resulte- la oposición al Gobierno se ha lanzado presurosa a defender la aplicación de las penas más duras contra los comportamientos abusadores, violentos, machistas. Dejando al margen los intríngulis jurídicos que parecen provocar discrepancias incluso entre leguleyos - cosa que yo no soy- se agradece que el tema se tome como algo importante. Porque lo es. Y es importante que desde posiciones conservadoras se asuman valores y prioridades que, históricamente, se han impulsado y denunciado desde las filas progresistas. De hecho, cuando Gil de Biedma retrataba "la triste Historia de España" hablaba de esa Reacción - no es lo mismo ser conservador que reaccionario- que siempre se levantaba contra cualquier atisbo de innovación y modernidad. Porque seguro que, efectivamente, la violencia machista les preocupa. Yo al menos les creo. O eso quiero.

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