De Anguita a Teresa Rodríguez

Anguita logró 19 diputados y aglutinó a toda la izquierda radical; Teresa tiene 17 con una izquierda escindida e incapaz

16 de agosto 2020 - 02:31

Julio Anguita aglutinó a toda la izquierda radical andaluza, consiguió 19 escaños en el Parlamento y nutrió el sueño de un sorpasso al PSOE que nunca se produciría (Luis Carlos Rejón llegaría a los 20, que dilapidó con celeridad). Treinta y cuatro años después Teresa Rodríguez, ocupando el mismo espacio político, retrocedió a los 17 de Adelante Andalucía.

Treinta y cuatro años y varios líderes después, lo que hay es un enorme fiasco. La caída en términos numéricos es poco significativa (de 20 a 17, tampoco es que se haya hundido el mundo), pero políticamente resulta catastrófica. Porque gobiernan el centro y la derecha gracias a la ultraderecha y porque la capacidad de intervención e influencia de los herederos de Izquierda Unida es muy limitada y subordinada a la denostada socialdemocracia.

Y por el estado de extrema y continuada división en que se encuentra. Piensen: todo lo que se juntaba, e ilusionaba, en torno a Izquierda Unida-Convocatoria por Andalucía y bajo el liderazgo carismático de Julio Anguita, se reparte ahora entre Adelante Andalucía (que su vez reúne al pequeño partido de Teresa -Anticapitalistas- y los minúsculos andalucistas de Pilar González y Pilar Távora), Podemos Andalucía e Izquierda Unida andaluza coordinados en Unidas Podemos, más el grupito de Íñigo Errejón, que se hace llamar Más País, pero ha venido a restar más que a sumar.

Todos se reclaman como auténtica izquierda y todos practican el noble ejercicio de hablar en nombre de los trabajadores y del pueblo, con más convicción mientras menos votos concitan entre los trabajadores y el pueblo. En cuanto a sus diferencias, esto se parece más cada día a una edición remasterizada y milenial de La vida de Brian, con larguísimas disquisiciones entre el Frente de Liberación de Judea y el Frente Judaico de Liberación, y estériles debates sobre cómo conducir más correctamente la lucha contra los opresores romanos (el régimen del 78). El contexto tampoco ayuda: la referencia nacional objetiva de todos estos colectivos, que es el Podemos de Pablo Iglesias, va de capa caída, electoral, judicial, institucional y políticamente. La revolución se aleja.

El cisma de ahora será el definitivo. Se pelean a muerte por el grupo parlamentario y sus dineros, como buenos camaradas se profesan odio africano y las dos reuniones de conciliación han fracasado, aunque quedan para septiembre con esperanza renovada porque, dicen, hay un espacio para el diálogo, "que hay que poner en valor". Ilusos.

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