Algún propietario de un negocio hostelero del centro de la ciudad se ha quejado de que mientras a él se le obligaba a cerrar sus puertas como consecuencia del dispositivo de seguridad de la Madrugada, justo al lado de su persiana echada se vendían latas de bebida y bocadillos sin que la Policía Local apareciera por allí. Si es así, no le falta razón y estas cosas no deberían ocurrir el próximo año. Con todo, el cierre de bares se ha demostrado una medida de enorme eficacia a la hora de conseguir la tranquilidad en las calles. Aunque el frío también ayudó lo suyo.

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