La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La intimidad perdida de Sevilla
ES triste el papelón que le tocó desempeñar ayer a José Antonio Barroso, alcalde de Puerto Real, en su comparecencia ante el juez Grande-Marlaska, para declarar por sus deslenguadas y presuntas injurias al Rey. Barroso me cae bien por diversos motivos, entre otros que sabe ver algunas jugadas políticas, aunque a veces se pasa de rosca y mete la pata. Barroso no sé cómo lo hace, pero casi siempre busca lo altisonante para dárselas de antiguo obrero de Astilleros, reciclado en alcalde progresista. Y no ha dudado en proclamar como sus ídolos políticos y amigos personales a dos prendas de cuidado: Fidel Castro y Hugo Chávez. Si alguno quiere un favor con estos dos, que se lo pida a Barroso, que se cartea con ellos y se mandan puros y otros regalitos.
Pero Barroso nunca fue un majara. Para majaras, los de la comparsa de El Puerto de Santa María, que tienen una peña en honor de Pedro el de los Majaras, que no se llama Pedro, claro, sino Antonio Rico, baluarte del Carnaval. Pero la sección de la peña en Puerto Real no sabíamos que existiera, ni que hubiera elegido a Barroso como presidente (de la República Independiente de los Majaras).
-Pues vaya pinta de majareta que tenía ayer Barroso en la Audiencia Nacional, acompañado por unos notas con cartelitos como los del cobrador del frac, y él con un libro en la mano.
Un libro que no era la Biblia, por supuesto; ni siquiera El Capital de Karl Marx, o el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, corregido y aumentado en versión feminista de Bibiana Aido. El libro que exhibió Barroso a todo el que lo quisiera ver es Juan Carlos I, el último Borbón.
-Pues vaya publicidad más buena, con tantos fotógrafos y cámaras de televisión. ¿Lo ha escrito el propio Barroso?
No, ni siquiera lo ha prologado. El autor es Amadeo Martínez Inglés, un ex coronel del Ejército, del que fue expulsado, no por Franco, sino por el Gobierno del PSOE en 1990. Se hizo famoso por intentar colarse en la boda del Príncipe Felipe y Letizia Ortiz, vestido de militar y con una pistola, para denunciar las insuficientes medidas de seguridad que había en la Catedral de la Almudena madrileña.
-¡Otro majara!
Pero no de la peña de El Puerto, no, que esos tienen un pedazo de comparsa; éste también es de la peña de los majaras republicanos, que sólo sirven para desacreditar a la República. Es una pena que Barroso, después de entregar la Medalla de la Real Villa de Puerto Real al rey Juan Carlos en 1984, haya caído tan bajo y ejerza de majara, cuando él es un político serio, aunque con buen humor.
¡Con lo bien que le hubiera quedado ese papelón de majarón republicano al alcalde de Marinaleda, que da el tipo perfectamente!
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