Juan Manuel Marqués Perales

Bastión caído

Crónicas levantiscas

09 de agosto 2015 - 01:00

LA Constitución del 78 fue un tratado de paz: alumbró la democracia de la reconciliación. Pero también fue un engendro jurídico con vida propia; en su sentido original dibujaba una España asimétrica compuesta por nacionalidades y regiones y hemos llegado a un Estado casi federal donde la región es un insulto. Rodríguez Zapatero encargó un informe sobre la reforma en 2006, y diez años después, una década más tarde, Rajoy lo ha sacado del cajón donde ha estado escondidido durante tanto tiempo. Es un buen escrito, que da solución a la eleniana prevalencia del hombre sobre la mujer en la sucesiónde la Corona, aunque se atasca en la reformulación del Senado como Cámara territorial. Rajoy ha cedido, puede ser electoralista su anuncio, pero hay que felicitarse de que ha caído el último bastión del inmovilismo. Pero si la pulsión de la primera Carta Magna fue la dialéctica entre la izquierda socialdemócrata y la derecha centralista y católica, la de ésta será la de los soberanistas agazpados y los federalistas, entendidos estos últimos como los defensores de un Estado pequeño, pero tan fuerte como plural: elegante como el titanio. La izquierda socialista, de momento, no ha comprendido que su idea de España está más cerca de la del PP y la de Ciudadanos que la de Podemos, y es que Podemos, de momento, no tiene ni idea: vean qué está ocurriendo en Cataluña.

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