La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
La ventana
COMO medida restrictiva y ciertamente acorde con los tiempos que padecemos, el Consejo de Cofradías ha decidido que ya está bien de que la Campana sea especie de alfombra roja por donde los cortejos se luzcan más de lo debido y necesario. Que ha dicho la autoridad semanasantera que ya está bien de dos pasos hacia adelante y uno para atrás o de tres o cuatro marchas en esa eterna chicotá que dura hasta que el paso se pierde por Sierpes. Todo es en pro de que los horarios estén más acordes con lo que viene en el pograma para acabar con esos retrasos que hacen interminable la jornada. Pero tampoco es cuestión de que nuestra fiesta rompa en Semana Santa castellana de latigazos de verdad. La mayor ópera urbana del orbe no debe renunciar a su idiosincrasia y, sin duda alguna, el lucimiento en Campana está en su ADN aunque desde ahí ya no canten Caracol ni el Pinto.
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