Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Cansancio

El fracaso de la política ha dejado ver una sociedad civil fuerte que funciona al margen de ella

Todas las encuestas que se han publicado recientemente reflejan dos aspectos que convendrá tener en cuenta en el futuro más próximo. El primero es el profundo cansancio que está provocando la política -o mejor, la incapacidad de la política para dar las respuestas que en estos momentos necesita el país- en capas cada vez más amplias de la ciudadanía española. Y el segundo, el desencanto de lo que hace apenas cuatro o cinco años se conoció como la nueva política y que no era otra cosa que la ruptura del modelo bipartidista que había consagrado lo que también por entonces se conoció como el régimen del 78. La aparición de nuevos partidos como consecuencia de la quiebra del modelo que supuso la crisis económica de 2008 no arregló ninguno de los problemas que se arrastraban por el desgaste de la fórmula de gobierno del PSOE o PP, con mayorías absolutas o con apoyo exterior de los nacionalistas. Más bien los agravó y creó otros. Ni Podemos, ni Ciudadanos, ni mucho menos la reciente aparición de Vox han traído un aire nuevo a la política española. Sus principales defectos, como la falta de capacidad para llegar a acuerdos, los personalismos exacerbados en sus liderazgos o la supeditación de todas las estrategias a los intereses inmediatos del aparato, se han ido repitiendo y, en algunos casos, aumentando.

Todo esto tiene muchas consecuencias negativas. La desafección de la política da lugar, como está ocurriendo en toda Europa, a la aparición de populismos que provocan problemas de consecuencias incalculables. La irrupción reciente de Vox en España tiene algo que ver con eso, aunque, comparada con algunas de sus vecinas europeos, la ultraderecha española no deja de ser un fenómeno moderado y asimilable por el sistema. Lo llevamos viendo a lo largo de estos años en el Parlamento de Andalucía.

Pero no todo es negativo. El fracaso de la política también está dejando ver una sociedad civil fuerte que puede funcionar al margen de ella. La economía y la vida social y cultural llevan sus propios ritmos y en España están demostrando una enorme energía. El hecho de que, en un entorno de tanta incertidumbre, la economía española siga siendo la que más crece de la zona del euro y el ritmo de creación de empleo hablan por sí solos. Como también lo hace la intensa vida cultural que ha llenado este verano la geografía española de conciertos que han congregado a centenares de miles de jóvenes o festivales de teatro tan interesantes como el de Mérida.

En cualquier caso, la política es necesaria para que funcione una sociedad normalizada y es urgente que en España los que tienen la responsabilidad de hacerlo se lo tomen en serio. Los riesgos son muchos.

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