S E equivoca Pablo Casado al insistir un día y otro, y otro más, en descalificar al gobierno por los indultos. Indultos que avergüenzan a gran parte de la sociedad española, que los considera una ignominia, un ataque a las instituciones del Estado y a la Justicia; indultos que no tienen nada que ver con las supuestas ansias de Pedro Sánchez por resolver el problema del independentismo catalán autoinmolándose si hace falta, sino que se trata de una compra de apoyos que le permitirán mantenerse hasta el final de la legislatura.

Dicho esto, el líder de la oposición debería saber que el asunto de los indultos produce un enorme hartazgo después de semanas en las que centran el debate político y social, y los ciudadanos quieren pasar página ya. No olvidan ese trago amargo, pero hay vida más allá de los indultos y cien mil problemas más que resolver.

La última encuesta, de El Mundo, recoge que el PP baja ligeramente los últimos días y el PSOE sube ligeramente. No hacen falta encuestas para advertirlo, con sólo hablar con la gente se comprueba que quieren que se acabe de una vez la pesadilla que sufren con este gobierno y aparezca un líder que sea capaz de poner a Pedro Sánchez contra las cuerdas primeras y echarlo después. Y el empecinamiento de Casado de dedicar mañana tarde y noche al ataque parlamentario y exigir ahora que se celebre cuanto antes el debate sobre el Estado de la Nación para preguntar aun más sobre los indultos solo produce cansancio.

Casado tendría que darse cuenta de que la subida que le auguran las encuestas desde el 4 de mayo se deben al éxito de Isabel Ayuso, que completa el escenario en positivo que podía presentar el PP con Feijóo en Galicia y Juanma Moreno en Andalucía. Pero al igual que Ayuso, Feijóo y Moreno trabajan para presentar iniciativas y propuestas que mejoren la calidad de vida de madrileños, gallegos y andaluces, Casado sigue dando vueltas a los indultos. Y pierde fuelle, claro.

El líder de la oposición no sólo puede hacer política machacando al jefe de gobierno. El machaque es indispensable, pero cuando peca de reiterativo, de ataque y más ataque, la gente apaga la radio y la televisión antes que escuchar el soniquete de siempre. Que pregunte el presidente del PP cómo se mueven las audiencias de los telediarios en función del asunto que tratan; es un dato que siempre conocen los políticos que piensan en clave política.

Aznar gritaba: "Váyase señor presidente". Pero hacía mucho más que eso.