La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
Clasicismo en su justa medida, sin pasarse y aun así dando una lección de clase. Así vemos al Señor de Pasión en estos días tan señalaítos de su novena. Si hasta el lunes podíamos embelesarnos con el Gran Poder allá en su casa durante el quinario para sumirnos en un estado de atrición incontenible, en estos días se siente cuando se traspasa la puerta del Salvador un sentimiento de contrición que te pone en paz contigo mismo. Ante el retablo inigualable de la Colegial, la figura que modelase Juan Martínez Montañés puede con todo. Con su túnica morada, el Señor excelso de Pasión te mueve al arrepentimiento por amor. Es lo que inspira, amor, piedad, misericordia y ni una pizca de temor se siente en su presencia, no es atrición sino contrición cuando todavía queda para la Cuaresma y tres meses para que la burra enfile la cuesta abajo de la rampa.
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