Fantástico cómo hacíamos tiempo para el comienzo del festejo en la azotea más hermosa, esa atalaya en la que se ve cómo Triana aparece tras el Betis. Ese caserío uniforme y pluridimensional de una calle que es como la acera de los pares del río. Y digo que en esa azotea que domina hasta ver el Aljarafe como una cornisa inalcanzable celebrábamos unos reencuentros tan inolvidables como ciertamente entrañables. Tertulia en una cuenta atrás que se pasaba en un suspiro a la espera del tararí que diese paso al paseíllo. Tertulias entrañables con Pepe Varona como principal atracción de la cosa para asombro del profesor Amorós y el acompañamiento con sus risas de Rafael Torres mientras Humberto Parra asistía hierático y como sin explicarse cuanto acontecía. Tiempos pretéritos y recordados, todo acaba mañana con la de Miura. ¿Volverá la vida a ser como fue?