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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Devoción a la Virgen de los Reyes

Ojalá quienes tienen la obligación de fomentar su devoción lo hagan con algo más de entusiasmo

Hay devociones cimientos que tal vez parezcan invisibles, o incluso durante la mayor parte del año lo sean, pero que soportan el edificio devocional de una comunidad a través de los siglos. Es el caso de la Virgen de los Reyes, la devoción viva más antigua de Sevilla: 772 años con nosotros, desde que entró en la ciudad el día de San Clemente de 1248. Todas las devociones coetáneas, y muchas posteriores, se han marchitado hasta convertirse en lo más pobre que una imagen sagrada pueda llegar a ser: una obra de arte que se cuida y restaura, porque tiene valor histórico y artístico, pero está muerta. Eso en el mejor de los casos. La mayoría acumula polvo en sus olvidadas hornacinas. Piénsese en la devoción que suscitó la Virgen de la Antigua de la Catedral durante siglos, la segunda imagen sevillana coronada, en 1929, tras serlo la de los Reyes en 1904… Y la que hoy suscita. Estos, cofrade, ¡ay dolor!, que ves ahora, capilla de soledad, mustio altar, fue un tiempo la devoción famosa, dicho sea con permiso de Rodrigo Caro.

¿Cuáles son las grandes devociones de la ciudad? Hoy, viernes del Señor, es fácil contestar a esta pregunta si a San Lorenzo se suma la Resolana. ¿Y cuáles son las imágenes brújula o faro sin cuya guía y luz -tengan más o menos hermanos y nazarenos: estas cosas no se valoran al peso- la Semana Santa se extraviaría y naufragaría? Todos lo sabemos, quienes lo niegan mienten y quienes lo ignoran… Pues allá ellos. El caso es que la Virgen de los Reyes recibe ininterrumpidamente culto hace casi ocho siglos, que lo recibía 156 años antes de que San Vicente Ferrer predicara en el Patio de los Naranjos alentando la creación de cofradías de sangre, 288 años antes de que el marqués de Tarifa estableciera en el humilladero de la Cruz del Campo el final del Vía Crucis que nacía en su palacio y 400 años antes de que fueran esculpidas las imágenes hoy más devotas de la ciudad.

Este es el sentido en el que la devoción a la Virgen de los Reyes, única supervivencia de la religiosidad de la Sevilla medieval no barrida por el huracán barroco, es cimentadora. Algo tan relevante desde el punto de vista religioso como cultural. Dice un amigo que de estas cosas sabe que es una devoción en extinción. Espero que no. Y que los catedralicios clérigos que tienen la obligación de fomentar su devoción lo hagan con algo más de entusiasmo. Para que no acabe como su vecina de la Antigua.

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