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La ciudad y los días

carlos / colón

Dolor y temor

CANAL de Sicilia. 5.000 personas rescatadas en 24 horas. 30 muertos por asfixia en el fondo de una barcaza en la que iban hacinadas 566 personas; aún no se sabe si han muerto por la presión de los cuerpos apelotonados bajo la cubierta, por ahogamiento o por los gases del motor. El espacio en el que murieron es tan angosto que ni los servicios de rescate podían acceder a esa trampa mortal. El depósito de cadáveres de Pozzallo, la población más afectada por esta nueva tragedia, no puede contener más cadáveres. La derecha populista ataca sin piedad al desbordado Gobierno, aprovechando la tragedia: "Renzi (Primer ministro) y Alfano (ministro del Interior) están manchados de sangre", ha dicho el secretario de la Liga Norte, Matteo Salvini.

En los primeros seis meses de 2014 han llegado a las costas italianas más de 60.000 personas. ¿Cómo puede gestionarse esta tragedia en una Europa ciertamente opulenta en comparación con los países de origen de estos desdichados, pero que a duras penas está saliendo de la crisis, se sabe postergada en el plano internacional frente a las potencias emergentes, no acaba de integrar a los inmigrantes, teme nuevos ataques fundamentalistas perpetrados por una segunda generación de inmigrantes que se creía integrada y no ignora -porque recuerda su atormentada historia en el siglo XX- que las democracias descansan sobre la generalización del bienestar; y que cuando éste no se garantiza nuestro muy civilizado y culto continente se deja seducir por tiranos y demagogos. No se eche en saco roto el actual crecimiento de la extrema derecha y la extrema izquierda. Europa, democracia y derechos humanos parecen una sólida tríada. Pero es muy frágil, como dos guerras mundiales, una dictadura comunista que devoró medio continente durante 73 años y las dictaduras fascistas de Mussolini, Hitler y Franco han demostrado.

África vomita su desesperación sobre Europa y los fundamentalistas islámicos ganan posiciones desde el norte al África subsahariana. Este domingo, mientras Boko Haram (que ya ha asesinado a más de 12.000 personas) causaba decenas de víctimas en Nigeria atacando dos iglesias, los yihadistas del Estado Islámico de Iraq y el Levante anunciaron la restauración del Califato que, partiendo de Siria e Iraq, se extendería por todo el norte de África, Nigeria, Camerún, el Chad, Sudán, Etiopía y Somalia. Hay más razones para el temor que para el optimismo.

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