Edmundo, el Enterrador

La diputada naranja María del Carmen Martínez habla con Edmundo Bal esta semana en los pasillos del Congreso.
La diputada naranja María del Carmen Martínez habla con Edmundo Bal esta semana en los pasillos del Congreso. / EFE

04 de diciembre 2022 - 05:00

EDMUNDO Bal y Macarena Olona tienen algo en común, ambos son abogados del Estado y los dos fueron destituidos de sus funciones por el Gobierno. Rajoy sacó a Olona del País Vasco cuando la ex parlamentaria de Vox comenzó a respaldar las investigaciones al PNV y Pedro Sánchez destituyó a Bal cuando éste puso objecciones desde la Abogacía del Estado para solventar el asunto jurídico del procès. Además de eso, ambos tienen un alto concepto de sí mismos, lo que ha llevado a Edmundo Bal a ofrecerse para ser el enterrador de Ciudadanos. El diputado naranja se presenta a las elecciones primarias de enero para competir con Inés Arrimadas, que ya veremos si sigue hasta el final o no se retira antes de las próximas elecciones.

Quizás no le suenen, con razón, los nombres de José Ramón Caso y Andrés Herzog, que fueron los últimos líderes del CDS de Adolfo Suárez y de UPyD, aquel partido que fundó Rosa Díez y que apoyaron, entre otros, Mario Vargas Llosa y Albert Boadella.

Hay finales políticos que se parecen. Al final de la Guerra Civil, el coronel Segismundo Casado protagonizó el golpe de Estado en la zona republicana que destituyó a Juan Negrín como presidente del Gobierno para sustituirlo por Julián Besteiro, ambos socialistas. Fue el último Gobierno republicano, el que se rindió ante Franco y creyó que, así, se pondría punto y final a la matanza entre españoles.

Besteiro moriría, preso, en Carmona un año después, Casado vivió en el exilio hasta que puedo regresar a España en los años sesenta.

Quien entienda que la última disputa interna en el PSOE, la de Pedro Sánchez y Lambán, o la de Sánchez y Susana Díaz, o la de Felipe González y Guerra, llevará a este partido a su final es que desconoce su historia. Pellizquitos de monjas comparado con lo de Negrín y Besteiro o Prieto y Largo Caballero.

La lección no aprendida en Ciudadanos, como en Podemos y es posible que en Vox, es que los partidos políticos se sustentan sobre bases, y éstas son municipales: los concejales y los alcaldes. A los naranjas no les interesaban las elecciones municipales, y bastó que Albert Rivera dimitiese para que el partido se derrumbase meses después de que hubiera podido ser el vicepresidente del Gobierno. Es cierto que eso requiere un trabajo hercúleo, no se monta un partido de ámbito nacional a base de clickbait y del líderes guapos. Vox cree que, desde la dirección nacional, se puede gobernar de modo eficaz cada una de las provincias de España, porque piensa que el mínimo grado de autonomía ya sería una contradicción.

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