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Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Episodios de una guerra interminable

Unir literatura y compromiso social es excluir a Céline, Pound, Malaparte o Aquilino

Hay un chiste de El Roto en el que aparece un hombre ante un cuadro abstracto y dice: "Ya empiezo a entender el cuadro. Lo que no entiendo es el precio". Siempre entendí el compromiso social de Almudena Grandes, su grandeza en contar "pequeñas historias que conforman la Historia con mayúsculas". Lo que no entiendo es la relación que pueda existir entre ese compromiso y la literatura. Y por volver a la viñeta de El Roto, entiendo el cuadro, pero no entiendo el precio. Sería razonable la convocatoria de un premio de novela que lleve su nombre por parte de una entidad privada, una fundación, un grupo de amigos o sus legiones de lectores, pero no entiendo que el Ayuntamiento ponga dinero público en esta fiesta no exenta de cierta necrofilia cultural y gazmoñería paleoprogre.

Dicho y escrito con dolor desde el afecto y la consideración que siempre he profesado por la trayectoria de Almudena Grandes. Cumplimos años el mismo día (invitamos a apagar las velas a Pablo Juliá), mi mujer llevaba en el equipaje de la luna de miel Las edades de Lulú con la que la escritora ganó el premio La Sonrisa Vertical en 1989. (Y El callejón de los milagros del Nobel egipcio Naguib Mafouz).

Unir literatura y compromiso social en un premio de novela es muy escurridizo. Un concepto que convertiría en anatema la lectura de autores como Céline, Ezra Pound, Curzio Malaparte o, por no salir de Andalucía, Manuel Halcón o Aquilino Duque. Nos enteramos del fallecimiento de Almudena Grandes de viaje en Madrid. Le hice mi tributo particular: leí con delectación Inés y la alegría. La tengo llena de notas. La primera, Constancia de la Mora-Hidalgo de Cisneros. La última, Sábado de Abril 1977, por la legalización del Partido Comunista de España. Escribí al final: "Tributo a la autora, colchonera, pareja de madridista, narra un episodio poco conocido (el frustrado intento de invasión del valle de Arán en 1944 por milicias de comunistas republicanos). Retrato de una revolucionaria valiente, a veces monjil (rosquillas de convento), '¿y para esto hemos dejado de creer en Dios? ¡Vamos, no me jodas, menuda mierda de vida!".

Más que compromiso social, hay mucha literatura en esta novela. Josep Pla desdeñaba la literatura que se limitaba a describir la realidad. Tuvimos el realismo socialista, el realismo sucio, el realismo berciano, el realismo andaluz de los narraluces y ahora estamos en el bautizo del realismo roteño, quizás para mitigar la construcción de dos nuevos destructores.

El premio La Sonrisa Vertical fue creado por el erotómano Luis García Berlanga con el patrocinio de una firma valenciana del calzado. Este premio de novela está creado con calzador. Literatura y compromiso social. En el prólogo de Ocnos de Cernuda, Gil de Biedma escribe que las ideas "pueden hacer a la literatura de creación más daño que un buey en un tejado". En puridad, Almudena Grandes debería ganar a título póstumo la primera y última edición de este premio que lleva su nombre para que no le pasara como a Rafael Moreno Pichichi, el futbolista del Athletic de Bilbao que da nombre al trofeo de máximo goleador de la Liga que nunca ganó.

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