Pilar Cernuda

España en Afganistán

Crónica personal

05 de septiembre 2009 - 01:00

HAN muerto trece afganos en una "escaramuza"; trece talibanes, dicen las crónicas. Pero ni se trataba de una escaramuza ni estamos seguros de que fueran talibanes los que asaltaron el convoy. Y hay que insistir en que se trató de un asalto, una emboscada, una agresión. Las tropas españolas no atacaron a nadie, sino que repelieron un ataque. Un ataque contra un convoy formado por un grupo de civiles escoltados por un grupo de policías afganos que a su vez eran escoltados por militares españoles.

Debemos meternos de una vez en la cabeza que nuestros soldados no han ido a Afganistán de paseo, ni para realizar las labores propias de una ONG. Afganistán es un país en guerra, en guerra civil, y precisamente la zona norte, de cuya seguridad es responsable la milicia española, es uno de los territorios más peligrosos de un país ya de por sí peligroso, no en vano lleva décadas sufriendo sucesivas invasiones y guerras.

En Herat y en Kala i Naw, donde se encuentran los cuarteles españoles, los señores de la guerra pretenden imponer sus reglas. Y además de los señores de la guerra, los cultivadores de opio -la principal y posiblemente única fuente de riqueza de la zona- pretenden eliminar del mapa a las tropas extranjeras para continuar así sus beneficiosos negocios. Y además de señores de la guerra y cultivadores de opio, multitud de bandidos asaltan a quienes se les ponen por delante. Y a ello hay que sumar el sentimiento de hostilidad hacia la presencia extranjera, que en esa zona se centra en los españoles, entre otras razones porque entrenan a la Policía y a los soldados afganos para que sean ellos los que impongan orden en su propio país.

Los hospitales españoles son los únicos centros donde los afganos reciben asistencia sanitaria, y los españoles se han ocupado también de crear escuelas y aportar material educativo a las ya existentes. Mantienen buena sintonía con gran parte de la población, pero esa población se esconde en sus casas cuando aparecen los jefes talibanes.

España, las tropas españolas, tienen especial cuidado con la población civil, de hecho el pasado jueves exigieron a los helicópteros italianos que acudieron en su ayuda que no dispararan, para evitar bajas entre la gente a la que escoltaban. No puede decirse lo mismo de las fuerzas de Estados Unidos, y ejemplos tenemos muy recientes de auténticas masacres en las que han caído docenas de civiles cuando se perseguía a cabecillas talibanes o de la insurgencia.

Nuestra presencia en Afganistán es vital, y con toda certeza se ampliará, se potenciará, en los próximos días. Porque hay que cooperar en la estabilidad de la zona, porque hay que ayudar a ese país a recuperar la normalidad y la legalidad, y porque hay que acabar de una vez con los que intentan imponer su criterio y su poder manu militari.

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