España está nerviosa perdida

No sabemos si el pacto de Sánchez afectará sólo a la economía o a algo más grave, pero el daño ya es irreparable

España está nerviosa perdida

España está nerviosa perdida

ESPAÑA se despierta estos días inquieta de madrugada sin saber ni dónde está. La partida entre el Estado y los independentistas le perturba el sueño y la razón. No es capaz de entender si la rendición de Sánchez ante los separatistas, para aferrarse al poder, afecta sólo a la economía de todos, o si estamos ante el germen de un problema más serio. ¿La Constitución era también una mentira? ¿Qué ocurrirá si Puigdemont declara de nuevo la independencia? Entre el perdón de los 15.000 millones, la amnistía y los privilegios del pacto fiscal, los separatistas catalanes han batido su propio récord sin pegar un tiro al aire. Y los nacionalistas vascos no se quedan atrás: Sánchez les ha cedido la gestión de la Seguridad Social y también negociará el "reconocimiento nacional del País Vasco". ¿Qué sucedería si nuestros parlamentarios ejercieran de andaluces en Madrid? A otras comunidades ya les gustaría unirse a la fiesta, pero en este juego perverso sólo están invitados dos o tres disidentes, ya que si todos hicieran trampas, la partida se terminaría. Tiene que haber unos cuantos sufridores para que siempre se lleven la pasta los mismos tramposos. Así es la vida.

A aquellos que quieren independizarse, el Estado les atiborra de millones y les regala todo tipo de privilegios. Y a los orgullosos de ser españoles, como los andaluces, los príncipes de las artes y del espíritu y de las rentas más bajas, que les zurzan. El Gobierno atiende a sus regiones como esas compañías telefónicas que regalan un móvil y descuentos que quitan el hipo a los que amenazan con darse de baja, mientras que a los que permanecen fieles toda su vida pagando religiosamente no les cogen ni el teléfono. Por esta razón Puigdemont será recibido como ese hijo pródigo que en el fondo no queremos que vuelva.

España ha pedido cita con el psicólogo porque los mismos que permitirán que se pisotee la Constitución tendrían que ser sus garantes. Qué casualidad que todos los jueces y fiscales de este país se unan para denunciar la quiebra de la separación de poderes menos los que pertenecen al Ejecutivo, que lo ven todo -o no- con buenos ojos, en función de lo que diga Sánchez. No existe otro criterio. Y ya veremos qué dice el Constitucional de esta amnistía de máximos. Si se inclina a su favor, incluyendo hasta el caso Negreira, el descreimiento de la democracia será absoluto y costará confiar hasta en el guardia de la esquina. El daño será tan irreversible como el de una quemadura. Y la culpa no será sólo de Sánchez. ¿Qué han negociado los socialistas si han tragado con todo? La imagen de Santos Cerdán esperando a que suene el teléfono en un hotel de Bruselas habla por sí sola. ¿En sus manos estaba nuestro futuro? España está tan nerviosa perdida que no se reconoce. En cambio, Puigdemont puede dormir a pierna suelta, porque nunca unos pocos lograron tanto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios