Jeremy Bowen

Estrategias de una 'guerra asimétrica'

El conflicto de oriente próximo Las partes enfrentadas juegan una partida de ajedrez donde pierden los inocentes

Israel busca alcanzar sus objetivos antes de que la presión de la comunidad internacional se haga irresistible, mientras Hamas sabe que cuanto más dolor sea capaz de absorber, mayor será su reputación

04 de enero 2009 - 01:00

AHORA que Israel y Hamas están en lo que el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, denominó "una guerra sin cuartel", veamos algunas de las opciones posibles.

Ante todo debemos preguntarnos si realmente se trata de "una guerra sin cuartel". Puede ser que sí, pero también puede convertirse en una situación mucho peor. Una vez que estalla un conflicto bélico no es fácil controlarlo. En todo caso, se podría deducir que continuarán luchando hasta que surja algún tipo de intervención diplomática que pueda ser aceptada por ambas partes, o al menos que ninguna de ellas pueda rechazar.

Los generales israelíes siempre asumen que cada vez que inician una operación militar dos relojes comienzan a funcionar simultáneamente. El primero marca el tiempo que los israelíes necesitan para lograr sus objetivos militares. El segundo marca el tiempo restante antes de que la presión internacional, que aboga por un cese del fuego, se convierta en un elemento imposible de resistir. El reloj diplomático se acelera a medida que se incrementa el número de muertes, especialmente de civiles. Con tantos palestinos muertos, el tic-tac del reloj es cada vez más fuerte.

La organización Hamas es menos convencional. Sus líderes son conscientes de que su reputación depende de su ideología de resistencia. Mientras más dolor absorban -y más luchen- su reputación también aumenta entre sus seguidores en Oriente Próximo.

En una región llena de ira contra Israel y sus aliados occidentales, Hamas no aceptará nada que restrinja lo que ellos consideran es su derecho a luchar. Hamas buscará enviar el mensaje de que no se siente intimidado y de que luchará por todos aquellos en esta parte del mundo que están furiosos tras las acciones de Israel y lo que ellos consideran la complicidad de sus aliados.

Incluso así, el liderazgo de Hamas es hábil. Podría optar por aceptar un acuerdo que le otorgue un mayor reconocimiento internacional y le dé un respiro a sus fuerzas. Pero por ahora Israel aún está ejecutando su plan. Está intentando controlar los acontecimientos. Además, tiene el apoyo del presidente estadounidense George W. Bush que viaja en el asiento del copiloto diplomático en su último mes de gestión y sostiene que un cese el fuego es conveniente, pero sólo cuando Hamas deje de lanzar cohetes.

Al tiempo que continúa la batalla, todo apunta a que Israel tiene muchas más opciones que Hamas. Israel tiene unas poderosas y modernas Fuerzas Armadas. Esto no significa que una victoria militar estándar esté asegurada. Si lo estuviera, Israel hubiera ido a la guerra mucho antes. El conflicto bélico en Gaza, como muchos otros en el mundo actual, consiste en una lucha entre el fuerte y el débil. Los estrategas militares tiene un nombre para esta situación y la llaman guerra asimétrica.

En guerras como ésta, el lado débil sabe que no hay posibilidad de derrotar al fuerte en una batalla convencional. Por ello, utiliza lo que puede para exagerar el poder que tiene y concentrarlo en lo que se percibe como una debilidad.

Hamas buscará golpear a Israel tan duro como sea posible y para ello ha amenazado con utilizar atacantes suicidas así como cohetes. Pero también tratará de revertir los golpes de Israel a Hamas de tal forma que la acción se vuelva en contra de su autor.

Como la presión internacional sobre Israel es exacerbada por la cantidad de palestinos víctimas de sus incursiones aéreas, una forma es concentrarse en el campo mediático. Este factor es muy importante en una guerra asimétrica. Se trata de ganar la batalla que se libra en los medios de comunicación en un mundo que no tiene descanso. La comunicación instantánea es un elemento muy importante para obtener la victoria en la guerra.

Cuando el general estadounidense Wesley Clark comandó las fuerzas de la OTAN en Kosovo en 1999, mantuvo la televisión de su oficina encendida para estar al tanto de las noticias que se transmitían las 24 horas. Por el momento, Israel ha prohibido el paso de periodistas extranjeros a Gaza. Israel también ha declarado las áreas colindantes a la Franja de Gaza como una zona militar cerrada, que entre otras cosas otorga a los soldados el poder de expulsar a los periodistas. Los portavoces israelíes en todo el mundo mantienen los mismos argumentos. Repiten sin parar que Israel está actuando en defensa propia, que su territorio soberano ha sido violado por el lanzamiento de cohetes y que cualquier país en su posición hubiera actuado igual. Con excepción de las palabras del ministro de Defensa israelí, parece haber un esfuerzo consciente para mantener bajo el nivel de retórica.

Lo contrario sucedió durante la guerra en Líbano en 2006 cuando Israel ofreció una visión de victoria que no tenía oportunidad de alcanzar. Ahora, Israel quiere enviar otra serie de mensajes. Las fuerzas israelíes están atacando los símbolos del poder y prestigio de Hamas, como la Universidad Islámica en Gaza.

Bajo la óptica israelí, este tipo de ataques puede reducir el poder de Hamas de tal forma que la organización no podrá lanzar más cohetes desde la frontera. Los israelíes piensan que una manera de conseguirlo será separando el liderazgo de Hamas y sus principales seguidores de la gran masa de palestinos en Gaza, mostrándoles a estos últimos el costo de las acciones de Hamas.

Pero es improbable que esto suceda. Para los palestinos, cualquier cosa que Israel diga sobre ataques precisos y quirúrgicos se siente como un asalto a la población en general. Un gran número de civiles, incluso niños, han perdido la vida. Entre los policías recién reclutados que Israel mató durante uno de sus bombardeos había muchos jóvenes que se alistaron simplemente para tener un empleo decente, algo bastante inusual en Gaza.

Israel busca también expurgar la mancha negra que se cierne contra la aptitud del Ejército israelí. Los israelíes lo denominan restaurar el poder disuasorio del Ejército. Esto significa que quieren asegurarse de que sus enemigos teman cualquier plan que los israelíes quieran ejecutar.

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