La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
Visto y Oído
NO me olvido de la previsible fusión entre Teledeporte y La 2. Cuando algo importa de verdad no se va de la cabeza. Hasta el punto de relativizar el resto. Precisamente porque me encuentro en los Cursos de Verano de la Complutense lo que de verdad desearía en cuanto salto de la cama sería encontrarme con un foro en el que se debatiera en profundidad el presente y el futuro de la televisión pública. Y se me aparece en sueños Ramón Colom, actual presidente de FAPAE, con sus ideas muy claras y sus verdades incontestables. Colom pone el ejemplo de la fusión entre canal de contenidos infantiles y el Canal 33 (el nicho de la cultura en la televisión autonómica catalana). A la hora de la verdad, la programación infantil se ha adueñado de la parrilla, dejando los contenidos culturales para las madrugadas. Somos muchos los que tememos que con la nueva configuración las retransmisiones deportivas (manda el directo, no lo olvidemos) releguen al resto de programas a franjas muy poco competitivas.
Argumentan que el cierre de Teledeporte puede ahorrar a las arcas públicas 16 millones de euros. Una cantidad irrisoria si la comparamos con las que se mueven en esos despachos (¿cuánto nos cuesta mantener los derechos de los partidos de la selección?). Lo que no se puede cuantificar en euros, desde luego, son las consecuencias negativas que nos puede acarrear la reconversión de un canal de prestigio como La 2 en un contenedor mixto en el que, donde antes te encontrabas a Juan Carlos Ortega presentando La mitad invisible ahora te aparezca un partido de balonmano. El gobierno que fomenta este dislate demuestra tener escaso aprecio a la televisión pública. Contra la que arremeten sin sutilezas. Con excavadoras.
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