Azul Klein

Charo Ramos

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Ganaderas orgullosas

El nuevo libro de María Sánchez ofrece un altavoz a las mujeres que trabajan y se movilizan en la España rural

María Sánchez se ha convertido en poco tiempo en una voz imprescindible de la literatura española. Debemos a la poeta y editora Elena Medel su debut, Cuaderno de campo, uno de los poemarios más deslumbrantes del catálogo de La Bella Varsovia. Ahora regresa con un ensayo feminista donde entreteje historias sobre el mundo rural y los vínculos familiares, Tierra de mujeres, publicado por Seix Barral. Aunque se ha criado en Córdoba, donde es la primera mujer licenciada en Veterinaria de su familia, la relación de María Sánchez con el campo se remonta a sus orígenes en Las Navas de la Concepción, en la sierra norte de Sevilla. Y esa infancia entre alcornoques, dehesas, veneros y rebaños de cabras está muy presente en su imaginario y en las presentaciones de su nuevo libro ya que suele invitar a los actos a integrantes del colectivo Ganaderas en Red.

Su empeño por dar un altavoz a estas granjeras propició que este lunes, en Caótica, conociéramos también a Monte Orodea, que llegó desde El Pedroso para la puesta de largo de Tierra de mujeres. Monte es ganadera de extensivo, integrante de Somos Sierra Norte de Sevilla y de Ganaderas en Red, asociación que se reveló en toda España a través de Youtube con una reivindicativa versión de la canción Despacito. A ella misma le sorprendió el impacto alcanzado en las redes sociales y la inquietud cultural del grupo porque en Ganaderas en Red hay no pocas escritoras y artistas.

Acostumbradas a que vengan de fuera a contarles cómo se vive en el pueblo, a que su realidad sea ninguneada, las integrantes de Ganaderas en Red alzan la voz para dar a conocer con orgullo por qué eligieron esta profesión, las trabas burocráticas que arrostran y el impacto de su trabajo en el bienestar de toda la sociedad. Porque la gente que se moviliza contra la España vaciada y en defensa de la ganadería extensiva es gente de los pueblos, jóvenes y en su mayoría mujeres, nos recuerdan Monte y María Sánchez, pero apenas salen en unos medios de comunicación interesados en prolongar un relato falso, tremendista y cazurro del mundo rural.

Las pastoras del siglo XXI reivindican que los habitantes de los pueblos tengan los mismos derechos que los de las ciudades y que las legislaciones apoyen al productor, sus precios y canales de venta, y defiendan su contribución al medio ambiente y la salud. Porque frente a las macrogranjas la ganadería extensiva crea empleos sostenibles, previene incendios forestales, lleva alimentos sanos a nuestras casas y favorece la biodiversidad en un país donde el 80% de razas autóctonas está en peligro de extinción. Comprar es un gesto político. Optar por un consumo auténticamente ecológico también, además de resultar casi siempre, y en el queso de cabra Florida tienen un buen ejemplo, un placer gastronómico.

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