La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Golpe de autoridad del Gran Poder

El Gran Poder nos urge a pensar si edificamos nuestra Semana Santa sobre roca o sobre arena

Sdg (Soli Deo Gloria) escribía Bach, el Juan de Mesa de la música, al final de sus partituras. Así acabé ayer. Así empiezo hoy. Este es el rumbo que ha marcado durante tres semanas de gracia el Gran Poder a las hermandades, las cofradías y la Semana Santa. Solo a Dios la gloria, tan hermosa cuando no se deforma, de nuestros cultos, nuestras cofradías y nuestra Semana Santa. Esto va de Dios y todo en ellas debe orientarse a fortalecer la religación con él, a atar fuertemente a él. Para las hermandades, las cofradías y la Semana Santa, Dios, representado en las sagradas imágenes, es la razón única de ser, existir y actuar, la fuente de la que todo lo demás nace y sin la que todo se seca o deforma, la roca sobre la que el hombre prudente de la parábola edificó su casa para que ni la lluvia de las cambiantes ideologías, ni los torrentes de la historia, ni los vientos de las modas superficiales la derriben.

Podemos construir nuestras hermandades, nuestras cofradías y nuestra Semana Santa sobre la roca de Dios, y perdurará sin perder su sentido, crecerá sin deformarse, se adaptará a los tiempos sin rendirse a ellos, cambiará sin perder todo lo que los siglos le han ido dando. Y no se olvide que esta parábola tiene una segunda parte: el hombre insensato que escucha la palabra del Señor [significativa alusión a los de dentro] y no la practica edifica su casa sobre arena, y lluvias, torrentes y vientos la derriban. Pregúntese cada cual si construimos nuestras hermandades, nuestras cofradías y nuestra Semana Santa sobre roca o sobre arena. Porque de esto depende el sentido y la belleza de todo lo demás.

La Santa Misión del Gran Poder ha abierto la posibilidad de un tiempo nuevo para pensar Quién es la roca y qué son las arenas. ¡Con cuánta fuerza se ha sentido estas tres semanas la religación con Dios que es el fundamento de la Semana Santa! ¡Con cuánta sincera emoción le esperaban las tres parroquias cuando llegó y le despidieron: con un aplauso al salir de la de Santa Teresa, y con lágrimas, y "¡gracias Señor por haber venido!", al enfilar la Ronda del Tamarguillo, muro invisible que el Señor ha derribado. ¡Con cuánto respeto, emoción y devoción los vecinos de los Tres Barrios lo han acogido! ¡Qué multitud le acompañó hasta la Catedral y su Basílica! ¡Con qué golpe de autoridad ha marcado el Gran Poder el rumbo que deben seguir las hermandades, las cofradías y la Semana Santa!

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