La esquina
José Aguilar
Solipsismo en palacio
LA radio íntima es la de la madrugada, el oído a solas con las voces. Es la radio que más se escucha aunque, por supuesto, no sea la que tenga más oyentes. Entre los silencios de la penumbra surgía Milenio 3, el programa de asuntos parapsicológicos y ufológicos de Íker Jiménez en la Cadena SER. Experto en multiplicar el miedito y exagerar las sospechas, el programa de radio era inquietante, de esos que te hacían esconderte entre las sábanas ante psicofonías y fantasmas más falsos al final que todos los secretos de Puente Viejo. El calmoso Íker, todo dudas, se deslizaba oscuro con sus contertulios y expertos por las noches de los fines de semanas. En verdad estaban pidiendo a gritos trasladar en imágenes sus suspiros y cuando Prisa se tomó en serio hacer una programación generalista se llevó a las noches dominicales de Cuatro al tipo del pelazo y su Cuarto Milenio. Y ahí sigue diez años después, inamovible, casi imprescindible. Su carácter heteróclito le ha permitido sobrevivir tanto a la parrilla progre de Prisa como a la telecinqueada de la fusión. Con temas interesantes, cosas cogidas por los pelos y cajones de quincalla y fullerías, entre tantas horas, tantas semanas, cabe de todo en nombre de los enigmas. Íker y su mujer, Carmen Porter, seguían animando las noches de la SER pero Milenio 3, el origen del misterio, se ha despedido después de catorce temporadas. Era una despedida previsible.
Los Jiménez se quedan en Mediaset, centrados en la tele y en los proyectos que acuerden con la casa, después de rubricar un contrato de exclusividad. Ya no podían, o no tenían ganas, de atender el programa de radio. Era un paso inevitable. Íker se ha creado su propia marca y en la televisión tiene su recorrido por delante. Puede parecer pretencioso, sobreactuado, pero con su tómbola de calaveras, siempre al filo de la trampa, ha conseguido diferenciarse de todo lo que hay en la televisión comercial.
También te puede interesar