¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Repeticiones y repetidores
LO que identidica a un club a los ojos de su afición son sus valores, su historia, sus conquistas. Pero también sus ídolos. Los que son refentes para las nuevas camadas, que piden rotular el nombre de sus héroes en sus nuevas camisetas.
Hoy se puede consumar la marcha de Bacca del Sevilla si el Milan paga la rescisión de 30 millones de euros. O si hay traspaso encubierto por algo menos de esa cantidad, que cuando hablamos de cifras tan groseras, los compromisos morales, en el fútbol, se compran. Vaya si se compran. Y hoy se despedirá del Sevilla, y de los sevillistas, Fernando Navarro. Confieso que nunca fui un ferviente admirador de sus cualidades futbolísticas, pero a Fernando lo que es de Fernando. No le ha hecho falta siquiera un temporadón. Fue un jugador que jamás se sintió titular indiscutible y aun así, con su vergüenza torera, ha terminado por fraguarse un compromiso franco. Hoy, sus lágrimas no serán de cocodrilo. En Varsovia, la rabia con la que alzó la copa manó de esa larga travesía de siete años, aguantando el tipo y cerrando la banda con su ardor y valentía aun resignado a un papel secundario. Se lo ganó. No se va como ídolo, pero sí como ejemplo.
Bacca sí se iría como ídolo. Pero será uno más de tantos ídolos efímeros, sacrificados en el altar para que la época dorada no decaiga. Rakitic se fue cuando era el espejo en el que se miraban los chavales. Lo mismo Negredo. Algunos proyectos de ídolos juegan un año, como Keita, Kondogbia o Aleix Vidal. El Sevilla de la hora es como una prestigiosa universidad donde hacer un máster de un año o dos que te asegura el Maná. Ora por traspasos suculentos, ora por rescisiones provechosas (Fazio, ¿Bacca?), se van y el club se nutre y crece.
Un vistazo a las vitrinas justifica la política. Pero ojo, que los ídolos son los que le ponen el rostro a los pósteres. Y en el Sevilla, traerá a cuenta rotular sus nombres con tiza. Mientras, se va Fernando Navarro. Éste rotuló su nombre con sangre.
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