La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La cochinada de los cubos de enfriar los tanques de cerveza
Este fin de semana han vuelto las botellonas con el añadido de una nueva violencia sumada a la que les es propia. Si ocupar abusivamente el espacio público dejándolo cubierto por una marea de orines y una capa de basura, y amargando la vida a los vecinos con ruidos insoportables, es una forma de violentar la convivencia, la nueva violencia -destacable no sólo pero sí sobre todo en Cataluña, el País Vasco y Madrid- ataca a la Policía, saquea, levanta barricadas y quema coches, motos, contenedores y árboles. Hace una semana un botellón que congregó a 40.000 jóvenes en Barcelona terminó con 20 detenciones y 43 heridos. Este fin de semana se han producido botellonas resueltos en actos de violencia en Sarrià (Barcelona), con el resultado de ocho detenciones (tres de ellos menores de edad), y Madrid.
Las botellonas normales -es decir, sólo con la guarra y ruidosa violencia antihigiénica e incívica que les son consustanciales y sin el añadido de la violencia que las convierte en una variante etílica de la kale borroka- se han sucedido también este fin de semana por toda España. En Sevilla, en muchos puntos en su versión nocturna y en la Cartuja en plena tarde con ocasión de un concierto de música tecno.
Los violentos siempre son una minoría y no hay que estigmatizar a los jóvenes, se repite. Una evidente idiotez, porque si la violencia extrema que quema contenedores, árboles, coches policiales y otros vehículos, hace barricadas, asalta y saquea fuera mayoritaria viviríamos en un permanente estado de excepción. Y una evidente imbecilidad exculpatoria porque en sí misma la botellona es una agresión que violenta la convivencia.
Por no mencionar las gilipolleces con sello académico sociológico, antropológico o psicológico. Dos ejemplos leídos este fin de semana: "Las identidades se crean por oposición. Cuando asoma la Policía en un botellón, para los jóvenes es un espejo invertido. Y una minoría, porque siempre es una minoría y no hay que estigmatizar a los jóvenes, vuelca su rabia hacia ellos como responsables de la ley y el orden. El Estado les ha encargado aplicar las restricciones ante el coronavirus, pero también, por ejemplo, practicar desahucios". Y este otro: "Liarse contra la Policía a veces es parte de la diversión. Aunque no lo parezca a primera vista, el botellón es también una forma de contestación". Stultorum infinitus est numerus, decían los clásicos.
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