LOS lectores Alberto Álvarez de Sotomayor y Gloria Martínez Cousinou me alertan por separado, y en menos de veinticuatro horas, del tercer y del cuarto incendios que tienen lugar en los terrenos del Parque del Tamarguillo en lo que va del presente verano. Es la zona verde más acosada de Sevilla, pues, después de 15 años de planificación, y más de 12 millones de euros invertidos (gracias al apoyo de los fondos europeos), está condenada a dar paso a la SE-35 que construye el Ayuntamiento. Tenemos una gestión municipal que es una escuela abierta de malversar la realización de proyectos, por mor de cogerlos con el paso cambiado en plena ejecución para transformarlos en otra idea que supone una nueva transferencia de muchos millones que sepultan los anteriores. En la plaza de la Encarnación es más visible. En el Parque del Tamarguillo es más denunciable por vecinos de Alcosa o Sevilla Este.

Como nos detalla Alberto Álvarez de Sotomayor, "el parque sigue con las puertas cerradas al público. Los matojos secos dominan el parque sin que nadie esté ahí para remediarlo. La consecuencia, la esperada: los incendios. ¿Es un ejemplo de buena gestión municipal? ¿Es el concepto de buen uso de los fondos públicos? ¿Es su noción de ciudad de las personas?".

Gloria Martínez abunda en la descripción del lugar: "Ya nada queda del color verde que hace unos meses lucía el parque tras las intensas lluvias del invierno. Con el calor y, sobre todo, con la falta de riego y cuidados, el hermoso vergel se volvió amarillo. De ahí, al fatal desenlace sólo hay un paso para que el gran valor medioambiental de este espacio quede convertido en cenizas. Un mínimo de mantenimiento y, sobre todo, de vigilancia evitarían un nuevo desastre de este tipo. La solución está en la mano de las autoridades locales".

Éste es el trato de preferencia que se le da a los sevillanos de los barrios alejados del centro. Demagogia, mucha; atenciones, pocas.