La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La felicidad de fundar un colegio con éxito en Sevilla
Sevilla no tiene una red de Metro. Por más cierta que sea la afirmación de que Sevilla tiene Metro. La mayor conurbación de Andalucía tiene una única línea, la 1, que une Mairena del Aljarafe con Olivar de Quintos. La usaban 17 millones de pasajeros al año antes de que el coronavirus pusiese la movilidad patas arriba.
En abril de este año, el Metro de Sevilla cumplirá trece años en funcionamiento. Trece. Y todavía no hay una red de Metro.
La Administración que tiene la competencia en este tipo de infraestructuras, la Junta de Andalucía, ha pasado todo ese tiempo prometiendo una segunda línea que nunca acababa de llegar. Con el cambio de Gobierno en la Administración autonómica, la promesa de seguir construyendo un transporte público limpio y alternativo cobró vigor.
El pasado miércoles, la consejera de Fomento, Marifrán Carazo, y el alcalde de la ciudad hispalense, Antonio Muñoz, dieron un paso decisivo: presentaron el nuevo proyecto constructivo del tramo norte de la Línea 3 -me parece un error que a la segunda se le llame así porque lleva al equívoco de que ya existen otras dos-, que acaba de revisar la empresa local de ingeniería UG21, que dirigen con acierto Manuel González Moles y Ozgur Unay.
Pero siendo decisivo e indispensable, es un paso aún insuficiente: mientras no se licite y comience la construcción no empezará a hacerse realidad la creación de una verdadera red de Metro para la capital de Andalucía. Porque además de sus casi nueve kilómetros de longitud, desde Pino Montano hasta el Prado de San Sebastián, la ejecución de este proyecto incluiría también las estaciones e intercambiadores no sólo con la existente Línea 1, sino también con las futuras Línea 2 y Línea 4, con la que se completaría la red diseñada, que podría tener cerca de 100 millones de viajeros si se completara.
El paso que falta es la construcción, por fin, de una segunda línea. La Junta desea que los trabajos empiecen este mismo año, y puede que así sea, porque es año electoral en Andalucía. Y aun así, habría sólo línea y media. Pero el paso necesita un nuevo protocolo de financiación para pagar los 1.045 millones de euros que hagan realidad esa obra. Y a qué negarlo, si sólo la financian la Junta y el Ayuntamiento, culminarla será una tarea de lustros. Por eso es inexcusable que el Estado, como ya hizo con la Línea 1, participe en la financiación. Esperemos que pronto, a finales de mes, cuando la ministra Raquel Sánchez venga a Sevilla, ese compromiso se garantice. El momento es idóneo, porque la llegada de fondos europeos a España no tiene parangón, porque a los estructurales se unirán los extraordinarios por la pandemia.
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