Nuevamente, el fútbol según Sevilla se sitúa a la hora de comer. Desde que se implantó ese horario, tanto Betis como Sevilla lo han frecuentado. Ahora, en este domingo, cuando la Feria tenga el hipotético no hay billetes en su portada, el Betis juega en Éibar, un rodeo hostil a más no poder, uno de los muchos que este Betis tan decaído ve como a contraestilo. Y ya ha dicho Mendilíbar que ojalá quiera el equipo de Setién salir jugando.

Y es que el conjunto vasco se las pinta solo para ahogar la salida de balón si el contrario opta por hacerlo jugando en corto y no directo. O sea que se presume una empresa complicada para un equipo a la baja y que podría entrar en una desairada situación clasificatoria. Aporta la mala noticia de que no estará Canales, el futbolista de mejor rendimiento a lo largo del curso y que está pagando aquella brutal entrada la tarde del Villarreal que empeoró una reaparición precipitada.

Sí parece que Setién, a la fuerza ahorcan, va a cambiar el dibujo con una defensa de cuatro. Los resultados y la baja de Mandi impelen a un cambio de diseño que vamos a ver cómo resulta. Ipurua es rodeo poco favorable para muchos en general y para el Betis muy en particular que tiene muy fresco en el recuerdo cierta manita en contra. Son sensaciones pesimistas las que propicia este tiempo de avant match, pero es que las cosas son como son y no como se desearía.

En fin que no está en el Betis el cuerpo para jota tras haberle dicho adiós al retorno continental y estar el ambiente tan enrarecido. Hoy juega el Betis y bien haría su tropa demostrar en la yerba ese compromiso con el entrenador que tanto esgrimen. El clima en torno al club es como apenas se recuerda, muy alejado de aquella fidelidad incondicional que hizo ejemplar a su afición. Esperemos que Ipurua aporte árnica y no que abra todavía más la brecha. Esperemos...