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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

La Junta y Sevilla

A la Junta de Juanma Moreno parece que no le da vergüenza hablar de proyectos clave para el futuro de Sevilla

Si al final resulta que antes de que termine esta legislatura vemos moverse el eternamente aplazado proyecto de conectar la estación de Santa Justa con el Aeropuerto y las primeras excavadoras y tuneladoras empiezan a ampliar el Metro de Sevilla para convertirlo en una red, habrá que concluir que el cambio político en la Junta de Andalucía le ha venido bien a Sevilla. Pero seamos prudentes. En materia de infraestructuras, como en tantas otras de la vida, una cosa es predicar y otra dar trigo, y en Sevilla estamos más que acostumbrados a que proyectos que dieron grandes titulares en su anuncio -del canal Sevilla-Bonanza a los túneles de la SE-40- duerman durante años y años el sueño de los justos y al final se queden en nada. Sin embargo, algo ha cambiado y no es un asunto menor: a la Junta de Andalucía de Juanma Moreno parece que no le da vergüenza hablar de proyectos clave para Sevilla. Lo demostró el pasado miércoles la consejera de Fomento, Marifrán Carazo, que eligió el Foro Joly de Diario de Sevilla para repasar todo lo que está pendiente de hacer en la ciudad y la provincia y lanzar el anuncio de que la Junta asume el compromiso de poner en marcha el enlace entre la estación de Santa Justa y el Aeropuerto de San Pablo, una obra imprescindible para que Sevilla sea una ciudad normal en sus comunicaciones urbanas e incompresiblemente olvidada por el Gobierno central, que lleva años marginándola en los planes de ampliación de la red de cercanías.

El problema de la Junta con la ciudad, en las décadas de gobierno de Chaves, Griñán o Susana Díaz, era que tenía complejo de sevillana y era sensible a las acusaciones de centralista que se le lanzaban desde otras provincias. El chauvinismo y el agravio comparativo han funcionado porque son argumentos baratos de montar y que tienen fácil venta. Lo malo no es que se utilizara esta estrategia, sino que fuera capaz de condicionar políticas fundamentales como la de inversión pública. Así, por ejemplo, la continuidad del Metro de Sevilla estaba condicionada a que se construyeran antes los de otras capitales.

Ahora no se puede decir que el Gobierno andaluz tenga sesgo sevillano. Todo lo contrario, respira más por la parte de Málaga. Pero, paradójicamente, parece que eso no le va a venir demasiado mal a Sevilla, por lo menos en lo que a los planes de la Consejería de Fomento respecta. Nunca es tarde para corregir lo que se ha hecho mal y si ahora, cuatro décadas después de que empezáramos a funcionar como autonomía, desterramos el provincianismo miope que tanto daño le ha hecho a Andalucía daremos un paso hacia adelante. Nos vendrá muy bien en el futuro tan complicado que nos aguarda.

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