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FERNANDO FACES

Luz en el horizonte

La recuperación dependerá de la voluntad política del Gobierno, la responsabilidad de la oposición y los sindicatos, el esfuerzo de los trabajadores y la capacidad de innovación de las empresas

INICIAMOS 2013 con la esperanza de que sea el punto final de la gran recesión. Será un año severo, en el que la producción y el empleo continuarán deteriorándose, como consecuencia de los ajustes fiscales pendientes y la escasez de crédito. El primer semestre será muy duro, con nuevas subidas de impuestos, nuevos ajustes del gasto público, y nuevas reformas. La esperanza es que al final del año podamos vislumbrar la luz en el horizonte de 2014.

Hablar de luz en el horizonte, en un contexto en el que gran parte de los analistas sólo ven crepúsculo y oscuridad, puede ser una utopía. No obstante los grandes gurús apocalípticos como Paul Krugman, Rubini, George Soros o Willy Buiter, que presagiaban la salida de Grecia y España y el colapso de la Unión Monetaria Europea, se han equivocado. En el último trimestre la prima de riesgo de España se ha reducido en más de 200 puntos básicos, han mejorado las condiciones de financiación de los mercados exteriores, la inversión extranjera está retornando y se está recuperando la confianza de los mercados exteriores. Es sorprendente que Morgan Stanley en su último informe recomiende a España y a Suiza como las mejores oportunidades de inversión financiera para el año 2013.

Inicialmente la crisis fue inmobiliaria y financiera, posteriormente se transformó en una crisis económica global, para el final mutar en una crisis política y social, que puede convertirse en una crisis democrática. Cada vez somos más conscientes de que la causa de la prolongación de la gran recesión es fundamentalmente política, por la falta de coherencia, consenso, liderazgo, solidaridad y visión de largo plazo tanto en Europa como en EEUU.

El escenario económico europeo ha empezado a mejorar cuando se ha tomado conciencia del riesgo de implosión de la UE y se han adoptado decisiones políticas valientes y solidarias como la creación de Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEDE) y se ha prestado ayuda decidida a Grecia, y a España. El anuncio del BCE de intervenir, sin límite, en los mercados de deuda y la proclamación de la irreversibilidad del euro, ha supuesto un cambio en la política europea, fundamental para recuperar la confianza de los mercados. Diez palabras de Mario Draghi han sido suficientes para recuperar la confianza. Ésta es la fuerza de la política cuando es coherente y firme.

Otras decisiones políticas que han contribuido a la recuperación de la confianza en Europa han sido: el inicio de la Unión Bancaria Europea con la aprobación del Supervisior Único Europeo y la promesa de consensuar una hoja de ruta para el definitivo avance en la integración fiscal. Mantener e incrementar la confianza exigirá que los políticos y gobernantes europeos se comprometan en una hoja de ruta detallada en la que se concreten las etapas para la creación del Fondo de Garantía de Depósitos y el Mecanismo de Resolución y Liquidación bancaria, pasos necesarios para completar la Unión Bancaria. En paralelo se debe avanzar en la integración fiscal y presupuestaria, y en la creación de mecanismos de mutualización tanto de la deuda soberana como bancaria. Son decisiones políticas cuya ejecución necesitará años, pero que los mercados exigen con rigor. La confianza de los mercados y por lo tanto la financiación exterior, se habrá logrado totalmente cuando estén convencidos de que políticos y gobernantes europeos están decididos a avanzar en esta dirección a un ritmo adecuado, por una senda irreversible. La superación de la crisis es un problema fundamentalmente de credibilidad política. Esta tesis es defendida por el FMI, cuando afirma que la salida de la crisis está en función de que los países desarrollados apliquen políticas cabales.

El espectáculo de demócratas y republicanos en EEUU, decidiendo en el último minuto y al borde del abismo, un pacto fiscal de mínimos, que pospone la solución final del ajuste del gasto público y de la ampliación del límite de endeudamiento, es un claro ejemplo del deterioro de la gobernanza de los países desarrollados y de que el verdadero problema es más político que económico.

La superación de la crisis en España también es un problema fundamentalmente político, ante la falta de realismo y de capacidad de anticipación de la crisis, ante los retrasos y la improvisación, ante la ausencia de un plan de acción integrado y global, ante las reformas incompletas y sobre todo la falta de consenso de las fuerzas políticas y sociales.

Afirmar que España puede iniciar su recuperación en 2014 no es ninguna utopía si nuestro Gobierno aborda con rigor y sin retrasos el plan de reformas consistentes en: continuar el proceso de reducción del déficit estructural, con un calendario flexible que permita operar a los estabilizadores automáticos y combinándolo con políticas de crecimiento; ultimar la reforma bancaria y poner en marcha el Sareb; continuar, profundizando en la reforma laboral y en la del mercado de bienes y servicios; acometer de una vez por todas la reforma de la energía y del mercado único; abordar la reforma de la educación y de las políticas sociales para que el Estado de bienestar sea sostenible; abordar la reforma de la administración y del modelo territorial, reduciendo duplicidades, adelgazándola y aumentado su eficiencia.

Las reformas se deben acometer simultáneamente. La reforma laboral no está dando sus frutos, porque en paralelo no se han acometido la reforma de los mercados de bienes y servicios, la reforma fiscal y la de la administración. Son reformas que se retroalimentan. Los mercados financieros están dando a nuestro Gobierno un voto de confianza ante las reformas emprendidas. Prueba de ello es que, poco a poco, España está recuperando la confianza de los mercados. La inversión exterior está retornando y la deuda pública en poder de los no residentes está aumentando rebasando los 200.000 millones de euros; los bancos y las empresas del Íbex han captado más de 30.000 millones en los mercados en el último año; los flujos de salida de depósitos están remitiendo; la prima de riesgo pública y privada está descendiendo y la Bolsa se está recuperando, y muchos analistas la recomiendan como oportunidad de inversión para 2013.

La recuperación de la confianza en España se ve reforzada por algunos signos de mejora de nuestra economía: la balanza comercial española, por primera vez en 20 años, se acerca al equilibrio; ganamos cuota de comercio exterior; nuestras nuevas necesidades de financiación exterior se reducen y la balanza en cuenta corriente tiende hacia el signo positivo; el gasto interno se iguala a la generación de renta, dejando de vivir por encima de nuestras posibilidades; el sector privado (empresas y familias) está consiguiendo que su ahorro financie la inversión, reduciendo su endeudamiento y contribuyendo a la financiación del sector público; la moderación salarial está permitiendo que los costos laborales unitarios se reduzcan y la productividad y competitividad de nuestra economía aumente; como consecuencia de ello las exportaciones y la cuota de mercado exterior aumenta por encima de la media europea. El modelo productivo español orientado fundamentalmente a la demanda interna está iniciando su transformación con un mayor peso de las exportaciones. Las medianas empresas han iniciado su internacionalización y la cuota de mercado exterior de España se está diversificando con una mayor penetración en los mercados emergentes de Asia y Latinoamérica.

Todo lo expuesto nos hace confiar en que esa luz que se percibe en el horizonte aumente su luminosidad en los próximos años. Todo va a depender de nosotros mismos. Gobierno, oposición, fuerzas sociales, trabajadores, debemos de persistir en el camino de la gran transformación y reinvención que necesita nuestro país. De todos depende que el año 2014 sea el inicio de la recuperación. La creación de empleo vendrá a continuación con cierto retraso. Que así sea va a depender de la voluntad política de nuestro Gobierno, de la responsabilidad de la oposición y de los sindicatos, del esfuerzo de los trabajadores y de la capacidad de innovación, creatividad e internacionalización de nuestras empresas.

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