Mala noticia: que Vox creciera

Vox se alimenta del cabreo, la desafección democrática y aversión al centro derecha liberal y la socialdemocracia

22 de mayo 2024 - 00:45

Buenas noticias. Malas noticias. Dicen las encuestas sobre las próximas elecciones europeas que el PP crecería hasta alcanzar entre 23 y 25 escaños, el PSOE aguantaría con una leve pérdida logrando entre 18 y 20 eurodiputados que podrían aumentar si continúa su remontada tras las elecciones vascas y catalanas, y que Vox crecería hasta los entre seis y ocho escaños, superando a Sumar, que solo conseguiría entre tres y cinco, y a Podemos, que lograría uno o dos.

La buena noticia es que crezca el PP y se mantenga el PSOE. Es positivo que crezca el PP, aunque pilotado por Feijoo no acabe de darse cuenta de que la escollera de Vox puede hundirlo a medio plazo como partido de gobierno, aunque en el corto le haya procurado algunos gobiernos autonómicos y ayuntamientos. No solo porque divide a la derecha, mientras Sánchez ha logrado unir su partido –al precio de dañar su naturaleza socialdemócrata– a la extrema izquierda fashion pos podemita de Yolanda Díaz y contar con los apoyos de los independentistas comprados a precio de blanqueo (Bildu) indultos, modificaciones legales y amnistía (Junts y ERC). Sobre todo, porque pactando con Vox facilita al PSOE extremar la estrategia iniciada por Zapatero de espurrearlo con el franquismo, ahora llevada al límite de la alerta antifascista.

Es positivo que se mantenga o crezca el PSOE, pese a lo dicho, porque, por mal pilotado que esté por Sánchez y su tripulación de pelotilleros sometidos al “puto amo”, es un partido de Estado que podría –aunque sea difícil de momento– volver a su naturaleza socialdemócrata. Buena noticia es también que Sumar y Podemos caigan, porque la irrupción de los partidos populistas como estallidos de ira frente a circunstancias adversas y a las corrupciones de los esclerotizados partidos mayoritarios ha polarizado y crispado.

Esta es la razón por la que sería una mala noticia que Vox creciera. Se alimenta del cabreo, el desengaño, la desafección democrática, la aversión hacia el centro derecha liberal y hacia la socialdemocracia de la derecha dura de clase y, sobre todo, de quienes no hallan en los partidos mayoritarios respuestas a los graves problemas reales que les afectan en su vida cotidiana, muchas veces precaria (no se olvide el triunfo de Le Pen en los cinturones periféricos franceses). Mala noticia sería que convergiera en Europa con otros populistas de extrema derecha.

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