Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Desde Málaga, de reojo

Sevilla ha empezado a competir con éxito en campos donde hasta ahora Málaga llevaba la iniciativa

Años llevamos los sevillanos, décadas más bien, mirando de reojo a Málaga. Convencidos de que allí sabían hacer bien todo lo que aquí éramos incapaces de llevar a buen puerto y viendo con cierto estremecimiento las estadísticas que demostraban que mientras ellos subían como la espuma nosotros nos quedábamos estancados, cuando no bajábamos. Presumían con datos en la mano de ser la capital económica de Andalucía y a nosotros nos quedaba ser la administrativa y la política. Una y otra vez nos decíamos que allí había iniciativa social, una sociedad civil fuerte que era capaz de movilizar recursos y aunar voluntades para conseguir unos objetivos que todos tenían claros. Justo lo que nos faltaba aquí. El Parque Tecnológico, los museos que se convertían en uno de los principales atractivos turísticos del sur de España, la facilidad con la que consiguieron el Metro que aquí -una línea raquítica- nos llevó décadas, la pujanza de su aeropuerto frente al de San Pablo que era poco menos que un aeródromo de segunda casi sin conexiones internacionales… y se podría seguir con la lista hasta llenar el espacio de esta columna.

¿Ha cambiado la situación en los últimos tiempos? Pues parece que sí. Sobre todo visto desde allí. En la opinión pública y en la publicada de la capital de la Costa del Sol empieza a abrirse paso la idea de que Sevilla está empezando a competir con éxito en iniciativas y proyectos donde hasta ahora ellos estaban solos en Andalucía. Y avisan: ojo con Sevilla. A la ciudad le está funcionando una estrategia bien diseñada de atracción de grandes eventos, desde el Congreso Mundial de Turismo hasta los Goya pasando por los premios de la MTV o la entrega de las estrellas Michelin, que fortalecen su imagen de marca en los mercados internacionales y al mismo tiempo se está convirtiendo en una potencia turística de las más importantes de España. Dicho de otra forma: Sevilla ha empezado a competir con relativa fortuna en los únicos campos que tras la debacle económica de la década pasada le quedan al sur de Europa.

Alguna influyente voz malagueña ha puesto el origen del cambio en los comienzos del mandato de Juan Espadas, cuando se sacó de la manga aquello del eje entre las dos principales ciudades andaluzas que sirvió para que se hiciera algunas fotos junto a Francisco de la Torre y para poco más. Pero hizo, según esta versión, que por primera vez un alcalde de Sevilla mirara más allá de Santa Justa y viera que Andalucía era una realidad tan diversa como competitiva. Parece claro que Sevilla no ha hecho mal las cosas y que ahora hay razones fundadas para que desde Málaga nos miren de reojo. Como nosotros a ellos durante tanto tiempo.

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