La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Mañana, tan hermosa mañana

El día después de la fiesta es un regalo para quienes amamos la vida tal como los días no señalados la ofrecen

Es cosa del carácter o de los años que se agradezca, tras la fiesta, el retorno de la normalidad? ¿Que el manso sucederse de días iguales ofrezca los, si se quiere pequeños, pero tan hondos, gozos de la cotidianidad? ¿Que sea tan gustoso el vacío tras las aglomeraciones, el silencio tras el ruido? Es hermosa la Semana Santa, pese a todo, pese a tantos, pero algo hondo, íntimo, sereno, se siente cuando volvemos a ver nuestras sagradas imágenes en sus altares aguardando a los más suyos, hoy como ayer y ayer como siempre. Es hermosa laFeria para quien sepa vivirla y disfrutarla, pero no lo es menos que el silencio y la calma que algunas de las tardes de Feria disfrutamos paseando por las calles y plazas devueltas a su ser y su medida las llenen hoy. Dicen los rocieros que es hermoso el camino de ida a la aldea, pero aún más el de vuelta con su punto de íntima y feliz melancolía. Me enseñaron mis amigas mexicanas de Roma, Ana María y Lupe, el tranquilo, relajado e informal placer del “recalentado”, la comida, el día siguiente, de lo que sobró de la fiesta.

El sereno, quieto y silencioso día después de las fiestas es un regalo para quienes, por encima de todo, amamos los dones de la vida que ofrecen con discreta modestia los días no señalados. El escritor que más cerca de mí siento, Joseph Conrad, rara fusión entre Stevenson y Camus, eligió como epitafio estos versos del poeta isabelino Edmund Spenser: “El sueño tras el esfuerzo,/ tras la tempestad el puerto,/ el reposo tras la guerra,/ la muerte tras la vida,/ son cosas harto placenteras”. Lo mismo puede decirse de la calma y plácida rutina tras la fiesta.

Me suena por dentro, tras cada fiesta, “Manha tao bonita manha… / Depois deste dia feliz, / nao sei se outro dia haverá…” (“Mañana, tan hermosa mañana… / Después de este día feliz / no sé si otro día habrá…”) de Manhana de carnaval, la bella canción que Luis Bonfá compuso para Orfeo negro y cantaron, los primeros, Elizete Cardoso y Agostinho dos Santos. Supongo que pocos recuerdan aquella película de 1959, que muchos no la han visto e incluso que habrá quien nunca haya oído esta canción, como tampoco A felicidade, que Antonio Carlos Jobim compuso también para la película. Háganse el favor de oírlas en cualquiera de sus muchas versiones este día de después de la fiesta. Eso sí, empezando por las originales de Cardoso, dos Santos y Jobim.

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