La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Era urgente guardar silencio, alcalde
Antídoto ciertamente eficaz para la calor, esta calor inmisericorde que nos abruma en estos días, era cuando entonces el cine y Sevilla estaba muy bien servida de salas y de terrazas para disfrutar del Séptimo Arte. Cuando la calor se hace más virulenta, léase la hora de la siesta y aledaños, ahí estaban los cines refrigerados con el reclamo del pingüino en la puerta. Bendita refrigeración Carrier que se aliaba con la sesión continua, se sesteaba de cinco a siete y se veía la película a continuación para darse con la bofetada de calor tras venir resfrescados de la sala. Benditos Palacio Central, Coliseo, Cervantes, Pathé, Imperial o Lloréns ya desgraciadamente desaparecidos. Y luego, ya de noche, la inmensa oferta de cines de verano con ambigú y nevería donde ver reestrenos al relente. Nada de ello es como cuando entonces, conque si no fuera por el bendito hitachi...
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