LLEGA el 4 de octubre sin que nadie pueda evitarlo. 4 de octubre, festividad de San Francisco de Asís, el Poverello para sus compatriotas. 4 de octubre que amanece mañana si Dios quiere y que lo hará, si Dios quiere, como un día más, sin que haya de diferenciarse en nada de los 364 restantes que componen el año, un año cualquiera, no éste ni el que viene, sino uno cualquiera. Cuatro de octubre como fecha que muchos creyeron como el del día de la liberación definitiva, pero que no, que nada de nada, que más de lo mismo, que a seguir como estábamos, en el mismo sitio y en idéntica situación.

4 de octubre en la obsesión de infinidad de béticos que siguen creyendo en un club fundado por sus mayores y que, a pesar de los pesares, sigue contando con una clientela fiel y cada día más numerosa. Debe estar formado por un material indestructible este club sevillano a más no poder, que habrá instituciones, personas y cosas tan sevillanas, pero más no, ninguna, seguro que ninguna. Mañana es 4 de octubre y más de lo mismo, lo único que diferencia este día a otro del calendario es que esa noche juega el Betis y eso imprime carácter; por lo demás, nada de nada, un día más y un día menos para esa liberación que algún día deberá llegar.

4 de octubre y bien que lo siento por todos los que en aquella tarde del mes de julio se ilusionaron con la llegada de ese día. Nunca me gustó decir que yo ya lo sabía o que yo ya lo dije. Si lo sabía no le importa a nadie. Si lo dije está claro como el agua clara que nunca escribí de este asunto. Ni para bien ni para mal, jamás. Bastante he hecho desde que al que maneja la barca se le fue el rumbo con denunciar el milagro que supone que el Betis sea aún Real Betis Balompié. Llega de forma inexorable el cuatro de octubre y lo siento por los que se ilusionaron con la dichosa fecha, pero lo único cierto es que es San Francisco de Asís y sólo una diferencia, que juega el Betis.